Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

miércoles, 5 de noviembre de 2014

EL DRAMA CATALÁN

El drama oculto, enmascarando tanto fervor catalán, es la ausencia de una dirección potente con un programa social. Mas es un reaccionario y corrupto miembro subordinado de la corte pujolista. Su gobierno emula al de Rajoy en materia de recortes sanitarios y educativos, mientras la miseria avanza en el territorio. En cuanto a Esquerra Republicana de Catalunya, para nada cuestiona esta política criminal. Es una formación asamblearia que pretende servir a la burguesía local, reemplazando a Convergencia i Unió, la matriz pujolista de alianza con el catolicismo local de derechas. Obedece a pie juntillas las directivas de la UE y Merkel, tan firmemente como sus rivales veteranos, hundidos en la corrupción y las encuestas. Iniciativa (filial de Izquierda Unida) y la CUP son formaciones de izquierda sin voluntad de liderazgo, enredadas en el juego parlamentario. Lo verdaderamente auspicioso, sería que el pueblo llano se independizase de todos estos canallas, alzando un programa que solo esgrime Ada Colau desde "Guanyem!", aspirando a la alcaldía de Barcelona. Colau probó su valor como portavoz de la PAH, frenando desahucios a pie de calle. Sus ideas son claras, pero aún es minoritaria su formación, creada desde arduas movilizaciones. Parece difícil que la prolongada siembra de nacionalismo folclórico-la base del pujolismo- mengüe a velocidad suficiente para que el "derecho a decidir" opere en un sentido social. De momento no lo tiene. Que Artur Mas, siervo de su señor, gobierne en Catalunya, y ni siquiera se atrevan sus opositores a desbancarlo mediante una moción de censura, desvela la honda naturaleza de esta tragedia para un pueblo muy distante de aquel que, en 1936, encabezó la reacción popular contra el levantamiento fascista. En lugar de Franco, tiene enfrente a Rajoy, no menos canalla que el dictador, pero faltan Lluis Companys o Andreu Nin. Esa es la cuestión, nada pequeña, cuando nada separa a los asalariados y parados catalanes de los murcianos, vascos, gallegos, valencianos, andaluces o madrileños, entre otros ciudadanos del Estado, en pueblos y ciudades, castigados por una política criminal, asociada a la dependencia de Berlín y los mercados financieros.

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