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viernes, 21 de noviembre de 2014

EL ADN IMPERIAL


En efecto, Obama despabiló, haciendo valer su alto cargo, favoreciendo a los inmigrantes ilegales. Es una reacción más electoral que humana, porque los intereses globales del imperio son invariablemente genocidas y de explotación universal. A Obama no le preocupan los palestinos de la franja de Gaza, los sirios, afganos, iraquíes o ucranianos. Su política internacional la dictan los intereses de siempre. Por eso carga contra los Estados sociales o los que emprenden acciones favorables a la equidad distributiva en lo que una vez fue su "Patio Trasero" La campaña sistemática de sus medios de prensa e imagen redoblan sus infamias sobre Venezuela, Cuba, Argentina, Bolivia, Ecuador, Chile, Uruguay, Nicaragua, y últimamente Brasil, gigante codiciado por las multinacionales y la superclase mundial. Especialmente tras la victoria del PT. Aliados sureños como Colombia y México, le sirven proveyendo drogas varias a sus burgueses y delincuentes. Así están hoy, en especial el segundo.
Entre tanto, allí donde estalle un conflicto o los intereses de Washington o sus amigos de botín se vean amenazados (como en España por la emergencia de "Podemos"), el Departamento de Estado se alineará con los poderosos contra los débiles. Esta política criminal cuenta con el respaldo de la reaccionaria Unión Europea, encabezada por el Imperio alemán, el Estado Colonial Israelí, los déspotas de Marruecos, Egipto, y todos aquellos que desde cualquier punto del planeta favorezcan sus intereses. No siendo posible invadir a destajo como antaño, por efecto de su enorme endeudamiento, el CIA estimula a las fuerzas más conservadoras en ese "juego de tronos", tan caro a su estrategia de Primera potencia. Sin embargo, en las entrañas del monstruo nada luce como antaño. El "American Way of Life" dejó paso a notables franjas de miseria civil en todos sus estados. Obama, a dos años de que culmine su segunda presidencia, tan azarosa como la previa, intenta reforzar a su formación, ante una marejada conservadora de los republicanos y el Tea Party, empeñados en restaurar in extremis los pésimos modales de George Walker Bush, evitando sus catastróficas consecuencias, interiores y exteriores, sin que cambie la naturaleza agresiva de la nación y su sistema político oligárquico. Cualquier progreso interior sirve a ese fin. El mismo que fundó la esclavitud de sus propios antepasados, y hoy elige reforzar su frente interno para continuar depredando el extrarradio. Como siempre, manda el ADN histórico, aunque de ciertas medidas se beneficie parte de la población. Convendría que los analistas políticos lo entendieran de una buena vez.

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