Me decía ayer tarde mi mujer:
"El placer de leer buena literatura se perdió, no sé si para siempre, pero así parece. Tu escribes la gran literatura de antes, donde descubrir el sonido de las palabras y el encanto de los renglones descifrando la belleza de sus imágenes es hoy cosa del pasado."
María Aparecida y yo nos formamos leyendo en papel. El cine, la radio y la tele eran complementos. En estos tiempos, tan atroces para la cultura que nutre el espíritu, el complemento es leer, viendo mal cine, pésima tele y radio de pasar el rato. También auditando música ruidosa y tecnológica, que aturde en vez de deleitar. Las melodías se fueron al carajo, y con ellas las grandes voces. Por suerte, las viejas grabaciones nos permiten disfrutarlas. Para el dibujo y la pintura aún impera cierta tolerancia de calidad. Son útiles al comercio, las modas y la publicidad. Lo demás, proyecta un gólgota cultural que amenaza empobrecer del todo la sensibilidad y las emociones de los seres humanos. La política, tan de capa caída hoy, es una fábrica de mediocres por esa razón. Las ciencias económicas no le van en zaga. Valen los números que no sirven más que a los núcleos del privilegio. En todos estos campos caben las excepciones, desde luego. Pero ellas no hacen otra cosa que confirmar la regla. Qué clase de mundo estamos construyendo? De momento tengo claro el que a mi me interesa. E intento ser coherente con el sus contenidos. Lo mismo vale para mi compañera. Y no daremos el brazo a torcer. Que lo hagan otros, si ese es su deseo. Nosotros estaremos siempre en la acera de enfrente.
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