Imagen real de Emilio Botín, más allá de sus apariencias
Resulta que el Banco Santander, filial Brasil, giró a sus mejores clientes (los que superaran una renta mensual superior a 10.000 Rs) una atenta misiva, donde el gabinete de expertos advierten las calamidades que se abatirían sobre este país de ganar el PT las próximas elecciones, al tiempo que, algunas mediciones interesadas, otorgan la victoria al tucano Aecio Neves, tipo de poco fiar y campeón local del neoliberalismo. A Emilio Botín, capo de la aludida multinacional bancaria, los españoles le conocemos de sobra. Ha defraudado a la Hacienda Pública, sin ser suficientemente condenado por ello. Además, su ponderación del gobierno basura local de Rajoy y sus genocidas, exigiendo nuevos recortes y supresión de los derechos laborales, es un ejemplo de los extremos alcanzados en la infamia por los grandes empresarios tardofranquistas.
El interesado ataque financiero a la República Argentina, más los que se suceden en la prensa del sector, a Venezuela y Ecuador, apuntan a lo mismo: doblegar por completo al Continente, convirtiéndolo en paraíso de inversores mafiosos, y buitres de fondos y fondillos, semejante a los que imponen su ley de los más despiadados en México y Colombia, modelos neocoloniales ejemplares. Los ataques a Dilma Rousseff no son nuevos. Poco antes de ganar Lula la presidencia, varias entidades financieras (entre ellas Goldman Sachs) pronosticaron plagas bíblicas cayendo flamígeras sobre Brasil. No es que yo considere a los blancos de estos ataques, exentos de crítica alguna. Pero a estos otros intereses se les ve el plumero, considerándoles el enemigo principal de cualquier forma de progreso.
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