El
gobierno-basura ha incumplido todas sus promesas, menos la peor. Esta
ley abortista, probablemente sancionada por la espuria mayoría absoluta
votando un Real Decreto, es un nuevo golpe dirigido a las mujeres en
particular, y a las clases populares en general. Obra del cerebro
enfermo del machista Ruíz Gallardón, gravador de las tasas judiciales
hasta extremos insoportables, descarga
sobre los pobres una nueva y terrible lacra. La de acudir a matarifes
clandestinos para abortar, sin ninguna garantía de las otorgadas por la
Ley, todavía actual. Para las mujeres de la burguesía apenas significará
pagar un médico de confianza, o viajar a Londres. Con dinero y poder,
cualquier ley de éstas será papel mojado. En cambio, para la embarazada
que carezca de cualquiera de los dos medios, comportará un laberinto de
obstáculos y la probable pérdida de la salud, o el parto inadecuado. La
presente crisis y la constante extensión de la pobreza, agrava
insoportablemente la perspectiva de abortar, incluso en los casos que la
Ley de Gallardón lo autorize.
En principio, esta promesa reaccionaria, vieja fórmula criminal de seguro cumplimiento, que tanto alboroza a chupacirios, sádicos e hipócritas, significa la negación de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo, comportando la peor regresión; comunmente sufrida por territorios bajo el azote de dictaduras fundamentalistas. La que hoy padecemos es de signo clerical y, además pre conciliar. Un demencial retorno al mundo inquisitorial con fachada parlamentaria, que no debiera sobrevivir ni un minuto más.
En principio, esta promesa reaccionaria, vieja fórmula criminal de seguro cumplimiento, que tanto alboroza a chupacirios, sádicos e hipócritas, significa la negación de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo, comportando la peor regresión; comunmente sufrida por territorios bajo el azote de dictaduras fundamentalistas. La que hoy padecemos es de signo clerical y, además pre conciliar. Un demencial retorno al mundo inquisitorial con fachada parlamentaria, que no debiera sobrevivir ni un minuto más.
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