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martes, 31 de diciembre de 2013

EL IMPERATIVO DE UNA NUEVA DEMOCRACIA



Luego de implementar nuevos decretos y tarifas criminales, el mafioso e inmoral Rajoy se largó a Pontevedra, donde permanecerá hasta el día 5 del nuevo año, celebración de la Pascua Militar junto al Rey, el otro sátrapa, beneficiado esta semana por el photoshop de la revista "Hola". 

El primero celebra el Año Nuevo dejando a España en números rojos de paro, asistencia social y deuda exterior; todo un record europeo registrado en el segundo año de su mandato, fruto de una estafa política jamás padecida en los últimos treinta y cinco calendarios. 
La anterior fue justamente perpetrada por Juan Carlos Borbón i Battenberg, encabezando desde la jefatura del Estado, y "por gracia de Franco", una Transición Democrática junto a veteranos del régimen y sus hijos "democráticos", al edificar un nuevo Estado sobre los venerados cimientos del anterior, relegando al olvido su propio origen espurio y los cuarenta años de feroz dictadura. De golpe y porrazo, se desvanecieron "las dos españas", y con ellas cualquier posibilidad de enjuiciar los crímenes del franquismo, estableciendo una República Democrática. 
Las reglas del juego en el nuevo engendro preservaron el legado oligárquico, encadenando el destino de los nuevos partidos a la banca, el clero y los grandes soldados de fortuna que habían medrado en el previo régimen, prestos a quedarse con las empresas estatales y el bocado de las cajas de ahorro, tras unos años de previo ejercicio electoral centrado en dos grandes formaciones, una de derecha nostalgiosa del franquismo y otra de centro socialdemócrata, tras ceder parcelas autonómicas a formaciones nacionalistas de las burguesías locales. 
La inserción en la Unión Europea dinamizó unos años este proceso, refrendado por votos masivos poco politizados, generando de hecho una prosperidad relativa de baja calidad cultural y consciencia cívica. Felipe González y José María Aznar procedieron a eliminar el tejido industrial durante el siguiente cuarto de siglo, enajenando empresas estatales que arrojaban ganancias, mientras el agro no era conectado, tal como convenía al país, a la agroindustria. La merienda arribista de las cajas de ahorro entre políticos y grandes empresas completó el atentado triunfal contra el futuro desarrollo español. El estallido posterior de la crisis, con la burbuja inmobiliaria ya pinchada, reveló la debilidad extrema del modelo de crecimiento, económico, social, cultural y político. 
La nación se había desarrollado endeudándose hasta las cejas, estrellando su inmediato futuro contra la nueva ola hegemónica de nuestros mayores acreedores: Alemania y sus satélites.
Los socialistas de Zapatero, e inmediatamente el PP de Rajoy, rindieron armas frentre a los voraces acreedores, mediante un coste social que despertó inicialmente a la adormecida sociedad civil y su clase media, víctima de brutales recortes salariales y sociales, llevándola al desahucio, y la desesperación en sus franjas media e inferior, junto a una cota de paro que no baja de los seis millones de almas.
La fuerte destrucción de tejido productivo y un mayor endeudamiento, mientras la banca recibía del BCE créditos que se evaporaban con garantía estatal, sin otorgarlos a familias y empresas, dibujan el panorama actual de un país menguante con diez millones de pobres, mientras los impuestos, directos e indirectos al alza, devastan salarios y los efectos de una Reforma Laboral que autoriza los despidos y el empleo precario hacen su agosto. 
La gigantesca transferencia de recursos locales, logros del esfuerzo y el trabajo español, en beneficio de las altas finanzas, aliadas al desarrollo del IV Reich, se aceleró desde entonces. El drama vernáculo es una modalidad peculiar del que desarrolla el conjunto del continente europeo. En el nuestro, tallan los propios fantasmas insepultos, redondeando una clase política de coto cerrado y ávida de privilegios; otra de empresarios logreros oficiando de socios corruptores, en simetría con sindicatos complacientes; y por último, buena parte de una clase alta, media, profesional o gerencial, aferrada a sus tradiciones de centro derecha, o de izquierda parlamentaria. Consecuentemente, las élites patrióticas e intelectuales brillan por su ausencia. 
Es por ello que el miserable veraneante Rajoy, un corrupto monarca del Photoshop, y este falso diligente opositor socialista Pérez Rubalcaba, junto a gentes como Mas y Urkullu, son las marionetas que los hilos del proceso expoliador ponen al frente de asuntos de Estado dictados desde Berlín o Bruselas, sede de la nueva burguesía, forrada y lobysta de la CEE. 
Vienen a resultar, ellos y sus clones en Grecia, Italia, Irlanda, Portugal e inda mais, los capataces de confianza en las colonias penales edificadas desde cada Estado en crisis de deuda soberana, por obra y gracia del paneuropeismo, y su más diabólica invención: la moneda asimétrica llamada Euro, síntesis dineraria de una falsa unión. Otra estafa, esta vez continental.
Derrotar a esta onerosa corte de los milagros representa una larga y mancomunada marcha de reconstrucción moral, cultural y social en pro del despertar de las masas -hoy despojadas de sus viejas conquistas sociales-, a un nuevo proyecto, local y europeo. Restaurador de la democracia en el más pleno y veraz sentido de la palabra.

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