Insiste
Josep Stiglitz en un concienzudo artículo que el euro puede salvarse si
cambia la política de la UE, favoreciendo la unión bancaria y fiscal
del continente. Eso es justamente lo que no quieren Merkel &
asociados, abocados a que los países del sur transfieran recursos a los
del norte, forrando a sus bancos y reforzándoles su economía. El pago
perentorio de las deudas mediante una
correosa disciplina fiscal permite crecer a unos en detrimento de los
otros. Es una ley capitalista ampliada, que autoriza el saqueo económico
mediante altos intereses, polarizando la sociedad en los países
débiles, sujetos a una moneda que no puede devaluarse si el centro
económico no lo decide. Y no lo hará, porque precisamente es ésta la
fórmula de dominación perfecta. La constante mediatización de la
democracia es otra pieza decisiva en este tango feroz. Los crumiros
políticos españoles, portugueses, griegos, italianos e irlandeses,
desempeñan un rol fundamental desde el poder y la oposición, validando,
más allá de las pequeñas diferencias, el paneuropeísmo empobrecedor y
criminal, basado en el hegemónico modelo alemán, apto para el
subdesarrollo acelerado en las tierras del sur. A tal fin, han servido
los partidos tradicionales (en España el PP, PSOE y CiU) y el voto
confiado, traicionado de inmediato, para refrendar el modelo y su
implementación más despiadada. La consecuencia en estos países ha sido
súbita y prolongada en su consecución. En cierto modo, esta UE, que
impone despóticamente recortes de salarios y enormes podas en el
bienestar social, abaratando la fuerza de trabajo hasta extremos de
penuria, mientras activa mecanismos legales de paro masivo y represión,
remeda al Komintern estaliniano, con Alemania reemplazando a la URSS,
mientras la burocracia central y las periféricas engordan.
Si en aquel comunismo de burócratas crueles se exaltaba el porvenir sangrando en un presente eterno a las fuerzas del trabajo, en la Europa actual rige idéntico credo, burlando el Estado de derecho, y las leyes fundamentales que acreditan la democracia politica. Por ello, tipejos tan poco honorables como Rajoy, Samaras, Passos Coelho o Letta, no cesan de ponderar el futuro glorioso que nos aguarda tras los brutales ajustes.
No parece casual que Merkel, con su aire luterano mezclado con guardiacércel de las SS, se haya educado en la RDA. Allí mandaban la STASI y el Kremlin preconizando el bienestar de todos, mientras sólo alcanzaba a unos pocos.
La vieja ezquizofrenia de un sistema fracasado ha servido para que otro, sujeto a las leyes del capital financiero más despiadado de la Historia, ensaye su fórmula maestra, comandada por el IV Reich; nuevo moloch que, a base de una moneda única y deudas pendientes, desarrolla su flamante blitzkrieg, tan letal como la otra en su efecto final, con el auxilio de muchos traidores a sus patrias.
Es lo que Stiglitz no ha comentado en su brillante artículo. Para eso, estamos nosotros, las víctimas de esa trampa monetaria, política y antisocial, de la que habrá que zafar cuanto antes, castigando con todo el peso de la ley a los responsables del despojo...
Si en aquel comunismo de burócratas crueles se exaltaba el porvenir sangrando en un presente eterno a las fuerzas del trabajo, en la Europa actual rige idéntico credo, burlando el Estado de derecho, y las leyes fundamentales que acreditan la democracia politica. Por ello, tipejos tan poco honorables como Rajoy, Samaras, Passos Coelho o Letta, no cesan de ponderar el futuro glorioso que nos aguarda tras los brutales ajustes.
No parece casual que Merkel, con su aire luterano mezclado con guardiacércel de las SS, se haya educado en la RDA. Allí mandaban la STASI y el Kremlin preconizando el bienestar de todos, mientras sólo alcanzaba a unos pocos.
La vieja ezquizofrenia de un sistema fracasado ha servido para que otro, sujeto a las leyes del capital financiero más despiadado de la Historia, ensaye su fórmula maestra, comandada por el IV Reich; nuevo moloch que, a base de una moneda única y deudas pendientes, desarrolla su flamante blitzkrieg, tan letal como la otra en su efecto final, con el auxilio de muchos traidores a sus patrias.
Es lo que Stiglitz no ha comentado en su brillante artículo. Para eso, estamos nosotros, las víctimas de esa trampa monetaria, política y antisocial, de la que habrá que zafar cuanto antes, castigando con todo el peso de la ley a los responsables del despojo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario