Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

miércoles, 25 de diciembre de 2013

ADIÓS A LAS MÁSCARAS


Anoche, este legado viviente del franquismo, que nadie eligió jefe del Estado, intentó remozar su imagen, deteriorada por acumulación de razones varias. La más sangrante, el sibilino amparo a la hija favorita, cómplice del marido plebeyo, en varios negocios realizados con dinero público, por ellos saqueado.

El descubrimiento de los ilícitos perpetrados por el basquetbolista Urdangarín, alias "el duque empalmado", son anteriores a la crisis económica. Situados en sus prolegómenos, deflagraron judicialmente con gran estrépito luego, arrastrando con ellos las razones varias que afectaron a Juan Carlos Primero, devoto de los finos vinos, las mujeres mediáticas ligeras de cascos, y la caza mayor de otras especies; aunque su mayor afición la destinara a acumular fortuna mediante negocios de favor muy poco investigados. 
El descenso abrupto del prestigio de la corona, registra asimismo, una paralela acumulación de hartazgo popular. Al falso héroe inventado por los impulsores de la Transición se le desprendía la aureola, como a las serpientes cuando mudan la piel. Mediante una vejez decrépita y penosa, quedaba en cueros el verdadero carcamán, en riesgo de ser entubado próximamente, tal como su canijo protector; el asesino y genocida, victimizador de millones de españoles, que debió morir en la cárcel, no en el lecho. 
Resulta que, por efecto de esta crisis europea, precipitada por la avaricia y delirios de grandeza del IV Reich, en los países más endeudados, sus líderes políticos de viejo cuño padecieron una erosión semejante a la de este monarca; hecho especialmente observable en España. Rajoy, por ejemplo, fue ministro de Aznar. Entonces no demostró tan claramente las bajezas actuales. Aznar mismo, especialmente en su legislatura inicial, actuó con tiento y sonrisas. Los regalos envenenados que dejó, entre ellos la Ley del Suelo y varias empresas estatales privatizadas, que hoy giran beneficios a paraísos fiscales, mientras tarifan a paladar sus servicios en territorio español, redondean la honda corrupción del aparato del Partido Popular, vieja herencia maquillada del franquismo, hoy desvelada con toda crudeza. Otro tanto ocurrió en el PSOE durante los mandatos de Felipe González; aunque sin la estridencia de la otra formación. En el tema, la derecha española, tradicional aliada del clero franquista, se pinta sola.
El rol de los bancos y las grandes empresas fue simbiótico. Financiaron, primero al aparato franquista, luego a partidos de listas cerradas y monolitismo ideológico, y con ellos sus negocios comunes. 
La corrupción de la élite política, distanciada de una sociedad civil con poca tradición democrática tras décadas de silencio y obediencia, devino consecuencia inevitable. Hoy la agudiza esta crisis del sálvese quien pueda, en la que los poderosos temen menguar sus enormes ganancias y el pueblo llano el empleo, mientras intenta sobrevivir, en medio de un paro brutal; en tanto diez millones de ciudadanos se sumergen en la pobreza y la indigencia, mientras sus verdugos fabulan salir de la crisis.
Por todo ello, en gentes como Rajoy y Aznar, las sonrisas de ayer son los colmillos amenazantes de hoy. El pasaje del juvenil Felipe al desgastado Alfredo Pérez Rubalcaba, también desnuda la decadencia de un proyecto agotado en la socialdemocracia local. 
Merkel, el Bundesbank y el poder financiero global, mano a mano con la nueva clase de los burócratas de Bruselas, echaron mano de la vieja guardia de políticos que representaban una época más o menos próspera, vinculada al antiguo proyecto europeo, para ejecutar esta suerte de Bliztkrieg económica, valiéndose del euro y las deudas enormes, pendientes de pago. A esa erogación, abultada por intereses usurarios (prima de riesgo mediante), la llaman "disciplina Fiscal".
El abstruso y conformista discurso de anoche, que tanto emocionó a los socialistas y a otros sectores de la izquierda española, no hace más que refrendar el curso suicida y criminal, de morir matando, que sigue este país. En manos de políticos hidrófobos, o complacientes con la hidrofobia, pero ante todo bien forrados por sus negocietes oscuros, y a buen recaudo del hambre, u otros males que conllevan la negrura del presente y la constante desesperación.
Por último, si las máscaras han caído, habrá que terminar con la farsa, y empezar de nuevo; no sin que antes la justicia truene para los farsantes y sus cómplices. 
Cuanto más se demore en llegar a este punto, más sacrificios habrá que hacer

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