Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

sábado, 3 de enero de 2009

THE SPIRIT O LA GRANDEZA DE UNA OBRA ORIGINAL

El héroe y una de sus mujeres fatales: Sand Saref.
No puedo menos que lamentar la publicación en el ABC dominguero, de una reseña torticera, henchida de soberbia e ignorancia sobre el "Spirit" de Will Eisner, partiendo del reciente estreno del filme de Frank Miller.
La firma un tal Santiago García, devoto de los comics y la estética combinada que Miller -autor conceptual y fílmico de Sin City - aplica en "The Spirit".
Confieso no haber visto el filme; aunque tampoco me apasionan Miller y sus historias: carentes de humor; sobradas de pesimismo existencial.
Llevo leyendo historietas desde hace sesenta años. Hace más de veinte concebí algunos personajes que otros dibujaron. En mi blog colgué un recordatorio de mi preferido: "Mark Kane", junto a uno de sus seis episodios, dibujados por Oswal y publicados en España por la desaparecida Cimoc.
Su estética, estilo, resolución de diálogos y secuencias son justamente eisnerianos; aunque además tributen influencias de Roy Crane, Milton Caniff, y ciertas piezas de Hollywood.
Mi admiración por Eisner la compartieron unos cuantos chavales de mi generación en la Argentina (entre los que ser contaba Oswal, algo mayor que yo). Spirit se publicaba en la revista Espinaca desde 1941; republicándose por extensión en Ping Pong durante la primera mitad de los años ´50.
Por entonces, las revistas eran semanales. Yo leí las historias del enmascarado y su troupe en las dos citadas, merced a la captura ocasional de colecciones entomadas del primer semanario, y el consumo del segundo vía quiosco.
El mágico perfume de Spirit evocaba ciertas historias de Dashiell Hammett, con filmes del género negro, incorporarado el ritmo ágil de algunas comedias musicales y otras de los hermanos Marx, o los cartoons de la Warner.
En los guiones intervenía Eisner coordinando otros esfuerzos; reiterados a veces por ciertos entintadores talentosos, partiendo de su lápiz y puesta en página.
Cito a John Spanger, [el luego célebre] Jules Feiffer, un plástico y dramático Jerry Grandenetti, Wally Wood y André Leblanc, maestro con quien tuve la fortuna de compartír varias jornadas durante una mostra comiquera en la ciudad de Córdoba, poco antes de retornar yo a España.
El veterano LeBlanc que ya superaba una bien llevada cincuentena, me habló largo y tendido de Eisner y su equipo. Will era un creativo de primera con una gran capacidad para detectar talentos y organizar la producción por cuenta propia. Gracias a su empuje, Spirit nació sindicado como suplemento a color de historias autoconclusivas en los periódicos dominicales, compitiendo en aquellos años con las variopintas comic sections- to be continued, de otras cabeceras
Lo que distiguía al personaje era la mixtura gráfica y conceptual de bisagra entre drama y comedia. El protagonista enmascarado, era en sus orígenes el fantasma de Denny Colt, el detective asesinado por un ser diabólico. En realidad sobrevivía bajo una máscara adhiriéndose a la panda integrada por un comisario (Dolan) y su hija (la bella Helen, su enamorada oficial), agregándose además un juvenil y gracioso ayudante de color (Ebony, protagonista de varios episodios).
Sin ser creo, consciente, de que un héroe integral no puede ser otra cosa que un fantasma, Eisner tiró del personaje durante trece años. En un intermedio de cuatro, Lou Fine (que era baldado y no apto para el servicio militar) matizó sus entregas, mientras Will entraba en el área de combate propiciada por la Segunda Guerra Mundial.
Pese a que Fine era un estlista extraordinario, no consiguió plasmar el Eisner touch que dio el mejor playgame a Spirit. Sin embargo, la calidad de los guiones se mantuvo, y cuando el jefe volvió a casa inauguró el gran momento de su estilo gráfico y la cumbre del personaje, rodeándole de villanas tan retorcidas como deseables, y malvados tan originales como abominables.
Por lejos, Spirit superó en calidad, inteligencia y diseño a los heroes tradicionales de los comics a cuatro colores. Le Blanc me explicó en detalle los secretos de Eisner y su equipo de producción, en términos que aún recuerdo a pesar de los años que me separan de su calidez de artista humilde y sincero.
"En el Estudio teníamos la colección empastada de Terry y los Piratas, de Caniff. Will, que era un artista maravilloso y un maestro con alma de alumno, nos decía:
"No os fijéis en lo que yo hago. Repasad La Biblia. Ahí está todo lo que se precisa para contar con huevos una historia gráfica".
"Y resulta que "La Biblia" era Caniff..."
Pero también fue Eisner el Moisés, respondo a la pantalla del ordenador, ahora que Le Blanc ya no está entre nosotros, y también mediando el renglón correspondiente del post, procediendo a descalificar a este García con tan poca gracia.
De la influencia que esparció en todas direcciones el judío del Bronx, basada en un estilo de sabios chiaroscuros e incesantes enfoques y gags, se beneficiaron muchos creativos de su generación. Entre ellos, cuentan dos que reseñé hace poco en mis dominios: Mort Meskin y Alex Toth. Pero hay muchísimos más (su amigo, el maestro Jack Kirby, cuenta en el pelotón).
García no sabe nada de eso. Califica a Eisner de mercader, cómo si los cómics no fueran mercancías que se venden y se compran. El caso es que al montar su propia organización se garantizó el control total de una obra espléndida. Jack Kirby, que era otro grande del negocio, no fue tan certero, y durante toda la vida enejenó su arte.
Tampoco descubrió el supuesto crítico (habiendo tanto historiador del medio, serio y documentado) que a Spirit no le mató la falta de público sino la presión combinada del macartismo; un Código moral sellado, que censuraba los cómics a instancias de una comisión senatorial destinada a combatir "su mala influencia en las mentes infantiles" al despuntar los años ´50; y el auge de la televisión.
No fue la única víctima; más bien devino una de las últimas. Editoras importantes como Fawcett y Timlely (el antecedente de la Marvel) clausuraron sus departamentos de cómics, o procedieron a cambiar superhéroes por historias románticas. Sólo la DC (entonces National comics. Superman, inc.) permaneció adaptando sus entregas a la menor violencia posible.
En The Spirit -medio en broma, medio en serio-, la sangre propia o ajena manaba a raudales. Era demasiado para los censores del Código...
En otro orden de cosas, sin la obra de Eisner no hubiera nacido MAD. Ni nosotros hubiéramos disfrutado tanto de esa violencia humorística que destilaba Spirit, o de los sensuales prototipos de hembras a- la- Rita Hayworth, Lizabeth Scott, la más canalla Ava Gardner o Laureen Bacall, que Eisner tan bien plasmó en curvas y estilo.
Incluso, un serial televisivo de éxito como Boston Legal, desarrolla en tiempo presente ciertos personajes y secuencias que Eisner prefiguró 60 años antes. Tampoco es casual que el personaje que encarna nuestro veterano "Capitán Kirk" responda al nombre de "Denny Crane".
Más atrás en los mensajes de Steven Spielberg, Mel Brooks o Woody Allen se advierten influencias de un estilo que pertenece en carne y espíritu a la cultura judeoamericana.
No me incordia en absoluto que este caballero que hace de la reseña un juego de abalorios prefiera a Miller y no a Eisner. Lo que desautoriza el criterio es que la preferencia sienta sus reales falseando la Historia.
Por desconocimiento, capricho, insensibilidad, torpeza o las cuatro cosas juntas.
Por último, lamento profundamente que la desinformación se haya instalado en el "ABC D". No entiendo señores el porqué, teniendo a mano razonables críticos, hayáis conchabado para el ruedo a este petulante sujeto en el par de páginas que, con mezcla de estupor y cierta alarma, tuve a bien de leer.
Uno de los valores más preciados del buen crítico es la información contrastada. Cuando falla el elemento, impera el libre albedrío con los peores resultados posibles...
Pd. Este post fue girado al director del suplemento "ABCD". No es algo que tenga por costumbre y es más, sé que no tendrá respuesta ni recogerá comentario alguno.
Así son.
En la prensa y entre los escritores, abundan (como en todas partes) las nulidades y los adocenados...

No hay comentarios: