Explosión en Gaza
En El País de la fecha Antonio Elorza afirma:
"El gobierno israelí y Putin han ordenado invasiones brutales pero no han fabricado la causa: agresiones previas de Georgia y de Hamás que provocaron las respuestas desmesuradas...".
No contento al omitir el carácter hegemónico de la Rusia mangoneada por el siniestro Putin y su títere, y el holocausto palestino perpetrado por la filosofía colonial de Israel, sigue Elorza esgrimiendo razones más que dudosas:
"...La responsabilidad de éstos (se refiere a los yihadistas de Hamás) al condenar a sus ciudadanos a una tempestad de fuego y muerte no puede ser cancelada".
Cualquier gobierno que administrase con cautela su enorme superioridad militar podría acatar a la ONU y su Alto el Fuego cancelando la "brutal invasión", sin atender la censurable abstención ordenada por la administración Bush.
El resto del artículo prosigue señalando las provocaciones de Hamás, explicándonos su naturaleza criminal y el proposito de destruír al Estado de Israel. Ahora bien. No hace falta ser un sagaz analista para saber que ni el yihadismo, los talibanes, Al Qaida y los clérigos iranios juntos pueden siquiera atreverse a invadir cien millas de Israel sin ser exterminados.
Lo que de verdad resulta preocupante es la ausencia de lucideez en la mayoría de nuestros observadores, en relación con este desastre comparable -como bien sostiene Saïm Nair- al bombardeo nazi de Gernika.
Otro factor que omite la furia suicida de Hamás facilitando la masacre de sus partidarios y electores en la Franja, es el eco de la invasión de Iraq y la presencia de 140.00o efectivos norteamericanos controlando a un gobierno menos democrático de lo que Bush y sus voceros pretenden demostrar.
En otros artículos sostuve que la invasión norteamericana ponía en peligro la estabilidad de Israel a corto plazo, y no erré el pronóstico. Desde luego, no me refería a que fuese posible su destrucción; aunque sí una clara erosión de sus posiciones ante el terrorismo y las provocaciones que varios de sus vecinos impulsan, protegen o licencian.
En el mundo árabe conviven malamente diversas etnias y religiones, pero ante Israel y sus amigos occidentales reaccionan por activa o pasiva uniendo sus desgracias, y con ellas el odio que provocan la miseria y el rezago comparativos hacia sociedades avanzadas.
Salvando a Jordania, (sólo en parte) Egipto, y (oficialmente) Arabia Saudí o algunos emiratos petroleros copropietarios ya de varias multinacionales, así están las cosas.
En este sentido, Elorza piensa y siente como un occidental. Promediando la columna admite que Israel "se obstina en incumplir las resoluciones que le ordenaban abandonar los territorios ocupados en la guerra de 1967, sembrándolos además de colonos". Pero enseguida lo absorben otras consideraciones que patrimonializan su intelecto de ex pensador de izquierdas clásicas que busca un nuevo equilibrio.
Lo acompaño (sin ironía alguna) en el sentimiento y el propósito.
El nuevo equilibrio es posible, en tanto atendamos las razones de los pueblos pobres y machacados. Ello no significa justificar a Hamás ni a sociedades crueles con las mujeres, y la fragua ancestral de los conflictos humanos que padecen sus ciudadanos, despojados por ende de los derechos fundamentales que garantizan la libertad de pensar y sentir.
El ejemplo metodológico que brinda hoy Israel al mundo para con sociedades atrasadas y agresivas que no han resuelto sus problemas fundamentales, nos ofrece la masacre. La derecha gobernante del Likud y conexos así lo estiman, sin importarles lo que pensemos del otro lado del Mediterráneo.
Yo pienso que en un área del planeta asolada por largos conflictos todos enferman.
Y el síntoma que mejor expresa la gravedad es, tanto la compulsión suicida de unos, como la del exterminio del rival en los otros.
No preciso explicar que tanatos arropa a los enemigos jurados en el respectivo amor por la patria y el mutuo odio por una paz justa. Al ejecutar la historia de las guerras la misma partitura entre vencedores y vencidos, se hace difícil fundir conceptos...
Por eso la inaprensible idea de la paz con justicia se nos escapa tan a menudo. Casi tanto cómo en estas dramáticas jornadas se escurre la arena, manchada de sangre y dolor, entre los dedos de nuestros hermanos palestinos e israelíes.
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