La desolación corporizada en esta imagen de Gaza.
En la víspera nos manifestamos miles de catalanes contra el genocidio palestino. No fuimos los únicos. Madrid reunió hoy 250.000 voluntades. La solidaridad ganó otras ciudades en los cuatro puntos cardinales de la Piel de Toro, mientras prosigue sordo y ciego el ataque devastador sobre la franja y sus hacinados pobladores.
Los previos partes de prensa argüían que la mitad de las víctimas del genocidio perpetrado por el Ejército israelí, eran dirigentes de Hamás. Los actuales, señalan que un tercio son niños. El saldo que arroje este desastre desvelará lo que presumimos con bien fundadas razones: en este contragolpe superlativamente criminal, predominan los inocentes.
Quiero señalar, empero, la miserable actitud de quienes sitúan por encima del valor que acredita en sí misma la vida humana, la lucha contra el terrorismo de Hamás o Ezbollah, ridiculizando a los que disentimos del enfoque entre las víctimas y los victimarios.
Nos llaman "progres" con el desprecio en el gesto los neocons, sintiéndose superiores en practicidad.
Basta con hojear El Mundo -situando en portada estratégica al asesino de Juana Chaos durante la manifestación pacifista de Belfast, y en el friso superior al socialista Zerolo encarnando al "homo antecessor"- para recoger el respectivo adn del sector, manifiesto en el artículo de David Gistau justificando esta masacre.
El hidrófobo opinante, odia a los críticos de Israel desde el supuesto "liberalismo" que él defiende, atrincherado en las catacumbas del nihilismo.
No es el único calumnista desnudando llagas en el periódico. Al borde del museo, Luís María Ansón se despacha con menos ímpetu en igual sentido. Ambos resumen de ida y vuelta el desmayo inevitable de la razón conservadora.
En el futuro y si sobrevive en el ruedo, Gistau será Ansón. A medio tramo y desde el pescante del carromato, el "pragmático" Pedro J. Ramírez ensaya el elogio del despiadado Walter Burns, retratado por Ben Hecht en "Primera Plana", a propósito del dvd , con Lemon y Matthau, obsequiado en época de vacas flacas junto al ejemplar de la fecha.
Entre todos estos representantes del conservadurismo más rancio, impera una atmósfera que excluye los sentimientos solidarios. Desde Gistau hasta Ansón, pasando por Ramírez y su explícita primera plana, se percibe el tufo impregnado de insensibilidad social y un claro ninguneo del doliente prójimo.
La estigmatización de las causas nobles bajo el rótulo caprichoso y reaccionario del ideario "progre", define sin embargo la propia carencia de quienes lo aplican.
Y no hay forma de inventar lo que por naturaleza y formación no se percibe. Los columnistas de "El Mundo" proyectan en cada renglón lo que opina su director sobre los manifestantes de Belfast, y los de aquí.
El jefe viene a representar, en términos periodísticos y humanos, el reverso autóctono del gran Daniel Barenboim.
Mientras algunos frivolizan desde la teoría y la inclinación su puntual visión del conflicto árabe israelí y el presente holocausto, los palestinos, situados en el centro del huracán, viven su hondo drama fundido a los cementerios.
La imagen de esa madre entre las ruinas, víctima de la soledad sobrecogedora de los que sufren pérdidas irreparables, lo ejemplifica todo.
Ayer y hoy clamamos puño en alto en toda España contra esa dramática soledad del pueblo palestino, exigiendo el cese de una masacre, que reitera una vez más los males que nos depara el nuevo siglo...
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