Ehud Olmert, el más siniestro de los hipócritas en la actualidad.
La parrafada condolida del señor Olmert ante la muerte de una madre palestina y sus hijos, revela su grado de hipocresía. La sombría instantánea retrata el alma de un genocida. Las cargas israelíes pulverizaron a muchas madres e hijos, pero a él sólo le incumbe disculparse por una pequeña fracción...
Hipocresías de menor calado aunque igual vector, alcanzan a muchos políticos de este mundo inestable, estragado por una crisis económica que semeja no tener fin.
Retorno al controvertido semi nudity de Soraya (Sáenz de Santamaría) y el discurso justificante de una aviesa maniobra, ejecutada con mala uva proverbial por el señor Pedro J. Ramírez en la dominical de El Mundo. Sostiene el patrocinador del documento, que el posado en negligée de la portavoz parlamentaria del PP espantará a sus votantes.
Por eso él se ocupó de instigarlo, mediando un buen fotógrafo y el auxilio de la diligente y bien pagá Nieves Herrero.
A diferencia de lo que opinan el sumiso Álex Salmon (afecto a los lazos corredizos y ternos de corte impecable), y desde otro ángulo del campo de juego (el partidario y televisivo [de La Noria]) María Antonia Iglesias y Anna Balletbó, no fue Soraya víctima de treta alguna por más que la misma resulte tangible y veraz.
Ellas (más conservadoras de lo que sugieren sus trayectorias políticas) dicen que Soraya cayó en una trampa. ¡¡Cómo si el posado fuera de burlesco!!
Yo digo en cambio que su agilidad de bailarina clásica, "curtida en el dolor" (tal como explica en el reportaje) le permitió saltar con donaire el precipicio sin dañar el aura en lo más mínimo.
La realidad es otra.
Los populares buscan posicionarse ante previsibles votantes de centro e izquierda que presagia esta economía, mal organizada en momentos difíciles. Humanizarse ante aquello que humanizará a marchas forzadas gran parte de la ciudadanía, comporta un acierto.
Rajoy es consciente de lo estéril en la vieja crispación a la hora electoral. Su giro al centro orienta su brújula hacia posiciones liberales y más veraces en el plano económico. El sinceramiento de su dama de hierro proyectando su delicioso perfume de mujer no hace más que tangibilizar un mensaje en el que abundaron las denuncias sobre la incoherencia y las mentiras oficiales.
Es una forma de tocar tierra entre una población cada vez más distanciada de discursos políticos que han falseado -entre mmuchas otras cosas- la envergadura de esta crisis y la debilidad del crecimiento español, basado en una mano de obra poco cualificada y un turismo europeo menguante hoy, ante el derrumbe regional del consumo.
De ahí que la catilinaria de Ramirez sosteniendo que el actual PP se desconecta de sus votantes tradicionales a causa del posado de Soraya resulte, además de hipócrita y sexista (y más aún proveniendo de él), un análisis pétreo y esclerosado.
Si Rajoy y su plana mayor cambian el paso, es por que su clientela lo demanda. En política, el olfato y la sensibilidad van juntos. Caso contrario, cabe morder el polvo.
La crispación de la anterior legislatura fue coronada por la derrota partidaria. Y no es que ZP y su equipo destacasen lo suficiente para triunfar cómo lo hicieron. Fue la estrategia ensayada por el PP que no estuvo a la altura de vencerles.
El retroceso en la audiencia de la Cope y los lectores de El Mundo (renovado en la onda de "la mona vestida de seda") reflejan el fenómeno pos electoral y el significativo rechazo a la estrategia neocón, preconizada por Losantos (con el patrocinio de Rouco Varela), Ramirez y José María Aznar procurando desde la FAES, sus conferencias y declaraciones, provocar la rodada de Mariano Rajoy.
Una especial condena se merecen el Presidente y Pedro Solbes, hipócritas con responsabilidades de gobierno, al escamotearnos en lo posible la gravedad del cuadro macro económico español, exhibiendo un optimismo plenamente injustificado, tras cederle a bajo interés enormes partidas de dinero a un sistema bancario voraz y logrero.
Esto último fue señalado por el señor Rajoy, junto a otras críticas certeras de Cristobal Montoro.
Es posible que el PP deba ajustar tuercas frente a lo que se avecina y que no le sobren llaves inglesas. En cualquier caso, la emergencia de una derecha centrada y responsable confronta necesariamente a una izquierda poco centrada y realista.
Es la que nos considera párvulos y nos gobierna hoy, a trancas y barrancas, esgrimiendo una insoportable dosis de hipocresía.
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