Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

jueves, 16 de octubre de 2014

LOS ESPECTROS DE LA ROSA



Una partida de envejecidos socialistas conmemoran el 40 aniversario del Congreso de Suresnes junto a Pedro Sánchez y su plana mayor. Si en aquellos tiempos se decían revolucionarios, y hasta incluso marxistas, Felipe González y Alfonso Guerra atacan desde la vetustez de ambos, el populismo de Podemos. El primero es un as de las puertas giratorias, consigliero muy bien pago de millonarios como Carlos Slim, y hombre de fortuna que, empeñado en cambiar su vida del revés, cambió hasta de mujer. Guerra en cambio, se ha vuelto un congresista eterno sin ansias locas de enriquecerse, conformándose con vivir bien, eructando cuando el deber le llama. Existan o no tales ambiciones, se han convertido en hombres del régimen a lo largo des estas décadas. Al mismo, le deben la clase de "democracia" que hoy disfrutamos los españoles. No todos por igual, sino un sector medio vinculado a los negocios de la burguesía, que conserva ciertos privilegios. El resto, ellos y nosotros lo sabemos, permanecen flotando en el mar de las tormentas que es esta España actual con pocas señas de identidad prometedoras. Un país de economía quebrada, sin moneda propia ni élite política emprendedora y creativa, sujeto a la UE que domina el IV Reich con ayuda de los mercados. 

Las hemerotecas y la Historia ya documentaron suficientemente sobre los sucesivos mandatos de González y Guerra (expulsado del último), como paradigmas de corrupción, promesas incumplidas, crímenes de Estado y, por fin, el legado patriótico de los gobiernos Aznar y del partido Popular, durante ochos largos años de falsa prosperidad, venta de empresas estatales claves en la economía, la Ley del Suelo (que abrió el grifo del ladrillo y sus consecuencias) y, por último, la tan frustrante y frustrada aventura de Iraq. Luego, llegó un Zapatero remendón, que, a penúltima hora pactó con el PP la rendición conjunta de la soberanía, volviéndole a legar votos, esta vez por mayoría absoluta, convalidados por desgracia mediante millones de sufragios que ungieron a este gobierno vergonzante y sus esbirros. 
Ha habido en estos tres años tiempo suficiente para purgar ese terrible error, de pueblo acostumbrado a votar e irse a su casa durante cuatro años. Es la peor herencia de la llamada Transición, unida a una educación pública deficiente y floja consciencia política y social. 
En el ínterin, aquel símbolo de la rosa en el puño, estandarte del PSOE junto al canto de gallo entonando La Internacional, son vagos recuerdos del pasado. Hace demasiado tiempo que el puño de hierro del liberalismo asfixió a la rosa, y aquel himno glorioso se merece un buen ritmo de cha, cha, cha, que deben bailar, en un escenario condigno de payasos mediáticos y financieros, envueltos en serpentinas, los señores González, Guerra, su joven mono almidonado que encesta balones en TV, Zapatero, Pérez Rubalcaba y toda la caterva. Presenciaríamos, de ser así, una danza de espectros: los de la rosa, dimanando sus pestilencias en un país sin derechos sociales y laborales, donde millones de parados y precarizados aguardan, en la duermevela de los túneles o escarbando los contenedores, sobrevivir junto a sus familias un día más.

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