Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

lunes, 27 de octubre de 2014

LA DAMA DE TITANIO

     Matearemos con Dilma cuatro años más

Ayer, tras una batalla sin cuartel contra la derecha mediática y política, Dilma Rousseff ganó las elecciones. Esta vez fue ella, no el PT de Lula quien lo hizo, contrariamente a la otra elección, en la que era su entenada. Cada vez más desinflado, aquel combativo metalúrgico que inauguró una era política y social en Brasil aparece desdibujado y con pocos ánimos de volver al tajo. Las secuelas de un cáncer superado, no han desaparecido, al contrario de Dilma, que parece forjada en titanio. Los medios, en poder de la oligarquía de toda la vida, centraron su ataque sobre ella, intentando dibujarla corrupta, caprichosa y autoritaria. En el inconsciente colectivo de muchos brasileños a las mujeres se las valora por el tamaño de su trasero, no por su inteligencia y combatividad. A la hora de escoger una sucesora en el poder, Lula-todo hay que decirlo-, obró con gran desprejuicio, elevando a su mejor colaboradora hasta la candidatura presidencial. Ella la ganó con votos derrotando al machismo, pero aún era una criatura que dependía de su gran promotor. Pronto manifestó su genio y carácter. Se dijo que hacía llorar a los ministros en las reuniones de gabinete, probando que establecía alianzas con partidos según su criterio. En pocos años se hizo de prestigio y fama de dura, sosteniendo el panamericanismo de izquierdas en el área internacional, mientras extendía la reforma social del PT. Washington no pudo atacarla frontalmente al corregir ella ciertos excesos de Lula con el iranio Ahjmadinejad. El conservar ciertas distancias sobrias con Hugo Chávez no impidió lazos fraternos con Cuba, Argentina, Uruguay, Ecuador, la propia Venezuela, Bolivia, Nicaragua, y ahora con Chile una vez que asumió Michele Bachelet. De paso, trazó una linea roja con Washington tras descubrir el espionaje que le practicaba el CIA, acentuada por la denuncia pública de los ataques, junto a Israel, en la franja de Gaza, desde la tribuna de las Naciones Unidas. Con el Caso Petrobrás se la buscó salpicar de inmediato. Ella era Ministra de Energías cuando se desarrolló la trama, pero nadie pudo probar que estuviera implicada. Esa carga de blindados y una crisis internacional que afectó al país, acentuando picos de inflación y bajo crecimiento, fueron pretextos que la derecha supo utilizar desde sus omnipotentes cabeceras mediáticas. En auxilio de las mismas llegó Marina Silva tras la muerte del candidato Eduardo Campos, del PSB. De ella se esperaban luces donde sólo anidaban penumbras, atraso y neoliberalismo. Entonces, la propaganda echó sucesiva mano del playboy tucano Aecio Neves, vástago de un clan millonario familiar tristemente célebre en Minas Geráis. Detrás del muñeco, operaba el ventrílocuo Fernando Henrique Cardoso, ex presidente neoliberal de ochenta años grato a los EEUU, la oligarquía financiera y bancaria, junto a las finanzas globalizadas. Ayer perdieron todos: el muñeco, su ventrílocuo, la Silva (que pretendió "regalar" sus votos" al conglomerado), O Globo, La Follha, la familia Cívita y los restantes grupos, al aire libre o en la sombra. 
Los venció un pueblo hambriento de reformas y su dama de titanio. Fue por pocos votos, es cierto. Pero tres millones no es una pequeña diferencia para semejante victoria sobre la gran conjura de los necios.

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