La voracidad de esa clase media comporta una revancha asocial contra los planes distributivos del PT. Lo que muchos de esos votantes, jóvenes pertenecientes a la franja intermediaria del sector, no advierten, es que el actual neoliberalismo responde a una superclase universal, y que sus políticos actuales no son los relativamente moderados que comandaba Fernando Henrique Cardoso-conservado como añoso alma mater del sector-, sino una fracción de ellos. Cardoso mismo se adaptó a las nuevas consignas de los mercados. En España, muchos de los que dieron mayoría absoluta al Partido Popular creyeron que repetiría las medidas que adoptó el expresidente José María Aznar en sus dos periodos consecutivos de mandato. No contaban con la transformación moral y física del propio sujeto, anunciada en la invasión de Iraq sumando destacamentos españoles a los de su amigo Bush, Tony Blair y otros socios menores, y la de su formación, hoy sujeta al vasallaje del pago de una enorme deuda externa (la más alta después de la de los EEUU), el cepo del Dios Euro (que impide devaluar la difunta peseta), el Bundesbank berlinés, y las bendiciones de Washington,
El primer tramo del viaje a los infiernos empezó con los recortes sociales ya ensayados por el último Zapatero, ganando la miseria social amplios senderos en el mapa hispano. De un tibio franquismo, el partido del gobierno transformó al viejo régimen del luctuoso genocida en su estandarte. Ahora, los mercados y sus organismos internacionales pretenden apoderarse de Brasil y sus enormes riquezas, hundiendo el Mercosur y liquidando una política exterior independiente. Por ello, de vencer Neves, volverá una versión corregida y aumentada del PSDB, sumergiendo en la ruina a franjas de sus propios votantes. Uno de los argumentos más utilizados por ese partido y el ya dividido de Marina Silva, es la corrupción en Petrobrás. Existente, sin duda alguna. Pero lo que realmente detestan esos implacables adversarios, son los programas sociales y la inversión estatal en ellos, progresiva en los doce años del PT.
La memoria no nos traiciona, recordando, por ejemplo, a Cardoso al sostener que los jubilados brasileños eran "vagabundos que no querían trabajar". Es la misma intención despreciando que los pobres envíen sus hijos a la universidad y no vivan a la intemperie, para que retorne la antigua inequidad que suicidó a Getúlio Vargas y depuso a Joao Goulart, abriendo las compuertas a una larga dictadura militar pro imperialista. En España, los arrepentidos que votaron al PP son millones. Las pesquisas actuales cifran en un quince por ciento los que volvería a votarle, contra el cuarenta y seis del 2012. No obstante, el retroceso social es de tal envergadura que se tardarán años en recuperar las viejas conquistas en Sanidad, Educación, Empleo y asistencia social.
Que la voluntad ciudadana impida que esto suceda en Brasil, exigiendo inmediatos avances en la devastada Sanidad Pública y los transportes (puntos flacos en la gestión del PT) depende de la conciencia de cada elector. Neves no hará nada de eso, en nombre de la tan miserable y cacareada "sostenibilidad" del modelo productivo y distributivo.
De momento, las cifras del empate técnico están sobre la mesa. Y no son tranquilizadoras.
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