Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

sábado, 16 de mayo de 2009

LA MOROCHA Y EL MALEVO

La Cristina (fracasada émula de Virginia Luque) mimada por el militar bolivariano (del taquito).

En el convulso universo populista abundan los arquetipos tangueros. La Morocha de la Casa Rosada es digna de los compases, aunque lejos esté de despertar las simpatías que concitó en su momento la afinada y hermosa Virginia.
En reciente visita a su "Patio", el maná de los petrodólares y la tenaza sobre la oposición fraternizaron una vez más. Ambos comparten aversión por la prensa que no les gusta. No es la única fobia que les une.
Cuando aún se cierne como nube negra el valijón del traidor Antonini Wilson y sus 800.000 dólares sobre estas peligrosas relaciones, Chávez desembarca con su pancarta de apoyo a Cristina y su Chassman.

La idea que siembra el gran charlatán es la que procuran insuflar los Kirchner a los votantes de las vecinas elecciones.

"Somos los herederos de Perón, por eso el Comandante y Fidel Castro nos apoyan".

Y en cierto modo es verdad. De Perón, que era militar y autoritario como Chávez, han heredado lo peor, si es que lo bueno fue algún día algo más que una mortecina lucecilla entre las sombras. De Castro y ahora Chávez, el nepotismo y el ansia de poder.

Lo cierto es que el difunto patriarca y Evita, Cristina & marido, Chávez y los Castro no creyeron ni creen en la división de poderes, aunque por fuerza la tercera y el cuarto deban atenerse a ciertas reglas del juego. Esto es, las de una democracia del libre saqueo y el Dengue, vecina por momentos a la UVI.
Esa realidad rebasa los nuevos juicios a los asesinos y torturadores del Proceso -impulsados por los Kirchner en nombre del setentismo-, y la amistad con las Madres de Mayo y sus variantes justicieras.

El gentil aterrizaje del ex paracaidista cargando en sus alforjas los plácemes del agónico Fidel a la Morocha gobernante, procura encandilar a los segmentos más humildes y desprotegidos de la sociedad. De paso, negocia otros bienes materiales a cambio del favor.

Fue y es lo de siempre esta amistad tribal entre almas autoritarias.
Con el pretexto de la "Unidad Latinoamericana" se han perpetrado negocios y contubernios tan o más sucios que los realizados por los monopolios extranjeros y sus gerentes nativos.
A los descreídos de la democracia republicana, aquellos que tachan de "neoliberal" cualquier esfuerzo por reconducir el averiado curso de la joven democracia criolla (restableciendo el contrato social en el seno de la sociedad), se les estigmatiza desde los despachos oficiales.
Y Chávez, a punto de enterrar definitivamente el Estado de derecho en Venezuela, pone el hombro en la "patriada".
Tal es la sustancia de la unidad latinoamericana que unos y otros planifican.

No contentos con financiar su campaña electoral con fondos públicos, la Morocha y el consorte mandón, hurgan el bolsillo del maestro de los referendos (sistema impuesto hace ya cincuenta años en Cuba, y alarmantemente apologizado horas atrás por la Presidenta).
Pese a estas evidentes ansias de perpetuación, deberán conformarse con la justa electoral. Aquella que odiaba el partido militar y desprecian los discípulos clientelares de hoy, representados por los peronistas que están en el poder y los de aledaños.

Con el petróleo a la baja no habrá mucho que rascar en el monedero del "paraca" para los sobornos y la propaganda que planean los inquilinos de la Rosada. Pero convendremos, eso sí, que igual les alcanza para soñar un poco más la cercanía de un triunfo imposible...

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