El "cowboy de medianoche" enseñando las palmas antes de desenfundar con soporífera parsimonia el credo neocon.
Hace un tiempo fue cierta gira venezolana de Aznar la que levantó ampollas forzando la ira de Juan Carlos I ante el Presidente Hugo Chávez en una mortecina Cumbre. Ahora es otro ultraconservador, el eurodiputado del Partido Popular Luís Herrero - peón de Aznar, Esperanza Aguirre y su amigo Jiménez Losantos-, quien pretende aprovechar la invitación de los democristianos opositores del COPEI, para obscurecer las relaciones entre España y Venezuela.
La obsesión de la extrema derecha vernácula con Hugo Chávez tiene vieja data. En su momento apoyaron con fervor el golpe de Estado gorila ejecutado por militares sediciosos, políticos opositores y la Fedecámara contra el gobierno constitucional, y fracasaron con ellos. Sin embargo, no cejan en los intentos desestabilizadores de signo imperial, pretendiendo dictar nuestra política exterior a base de provocaciones que nos distancien de un país soberano, al que los españoles queremos y respetamos.
Mediocre comunicador fracasado en las ondas diurnas, y destinado por ello a espacios de madrugada -aptos para que los insomnes concilien el sueño de golpe y porrazo-, Herrero ha operado con la arrogancia del ex Presidente español, calificando al régimen populista de Venezuela como "dictadura" en vísperas de un referéndum..
Si bien son graves las deformaciones que -por varias causas- padece la plena vigencia del Estado de derecho en dicha nación, su calidad supera en mucho la farsa sangrienta que perpetran Álvaro Uribe Vélez y sus paramilitares en el patio de al lado.
Aznar o Herrero se manifiestan satisfechos ante un espécimen como el colombiano; jefe de una democracia criminalizada. A ellos, la miseria de millones de ciudadanos y sus constantes desaparecidos a manos de sicarios o tropas del Ejército les importan un carajo. En cambio, les obsesiona Chávez, al que suelen equiparar con Fidel Castro.
Pese a las distancias que me separan del populismo (y las mayores del comunismo o el fascismo) no puedo menos que censurar el comportamiento del señor Herrero en un país con el que guardamos fraternos lazos históricos y buen trato comercial.
Hoy España -que dicho sea de paso carece de pozos petrolíferos; abundantes en Venezuela- es una principal fuente de inversiones en América Latina. El hecho de ser una potencia (en puntual recesión), no autoriza al eurodiputado español este tipo de intervenciones en los asuntos internos de sus países, y menos ante un pronunciamiento ciudadano.
El discurso de Herrero suena a prepotencia de corte imperial, y en realidad lo es, aunque por fortuna no reviste carácter oficial ni oficioso, sino más bien sectorial, dentro y hasta fuera del PP. La posición del gobierno socialista, votado mayoritariamente por los españoles así lo expresa.
Sin duda alguna condeno la intempestiva detención y expulsión de este caballero. A lo sumo, el gobierno venezolano debió presentar quejas formales de tal proceder ante nuestro embajador, el canciller Moratinos y el Parlamento Europeo.
A quienes juzgan valeroso al dudoso héroe de fabuloso sueldo (sumado por la Eurocámara y los medios), les propongo instarle a visitar Irán, Libia, Siria, Zimbawe, Corea del Norte, o cómo no, la China "Popular" o la vecina Marruecos, empleando la misma audacia que desplegó en Caracas.
El valor de un auténtico demócrata no conoce distancias ni fronteras...¿o es qué sí?
Estoy persuadido de que, en el supuesto de aceptar el riesgoso envite, Don Luís no emprenderá en cualquiera de esos sombríos territorios la cruzada que inició con tan mal pié (aunque sin perderlo, por fortuna y a sabiendas) en la República Bolivariana.
Resulta más cómodo ocupar una poltrona en el primer mundo, o perorar supuestas verdades los sábados, de 1:30 a 2:30 desde la emisora de los obispos. Al menos frente al micrófono, el "Cowboy de medianoche"(así se llama el espacio) podrá desenfundar el credo neocon sin que nadie lo eche a patadas.
Al decir de sus patrocinadores y coleguis del sector: "Es uno de los nuestros".
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