Algún cazador, como el que se cobró esta víctima de la taxidermia, se merece la suerte que hoy corren otros. Uno está ingresado con crisis de ansiedad, al otro le quedan dos telediarios en el Ministerio de Justicia.
El destino alcanza a quienes por placer abaten piezas inocentes de los manejos políticos que traman sus verdugos.
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