La balanza de la justicia y una gran oportunidad
Ha sido volteada por el Tribunal Constitucional la insumisión ante la Ley de Educación para la ciudadanía, vigente sin remisión como materia de estudio en la enseñanza media. Mediando el fallo, se terminan las maniobras del Partido Popular en las comunidades de Madrid y Valencia.
No hay mejor noticia que ésta para la salud democrática de nuestros jóvenes alumnos en los institutos secundarios. En adelante, todo dependerá de los profesores y la orientación del centro que regula el funcionamiento de los correspondientes seminarios.
Mediante los textos oficiales (de impecable factura según la evaluación de alguien como Carlos Herrera, poco sospechoso de izquierdismo alguno), será dado explorar en la naturaleza de la democracia en el mundo moderno y su necesaria evolución en nuestra tierra.
Esta piedra libre es un desafío a la imaginación y la creatividad enfocando un tema que hasta hace no mucho se omitió en los programas de estudio.
Ante el fallo del TC, se me ocurren preguntas a deslizar ante mis amigos, los sacrificados y voluntariosos profesores de la secundaria, de cara a su posterior trasvase.
¿Cuál es el alcance de los derechos civiles en un Estado de derecho y cómo enfocar la diversidad étnica, cultural o sexual, y la necesidad de capacitarse para enfrentar un futuro que amenazan el paro y el atraso social que aún padecemos en España? ¿En qué forma asumimos los derechos regionales dentro de un compromiso territorial de unidad, y rechazamos la violencia para dirimir cuitas con el vecino de al lado, o los del territorio colindante?
¿Qué relación guarda la autoridad funcionarial con el voto y la participación activa (o pasiva) de los ciudadanos en el destino común de una sociedad? ¿Cómo ensamblar la iniciativa individual y la propiedad privada con el bien común y lo que es de todos?
Hay muchas cuestiones más que la creatividad de nuestros docentes no debe descartar en aras del humanismo, el bien común y la realización individual.
En medio de una gestión vacilante y contradictoria, el gobierno socialista ha impuesto dos leyes que quiebran el tradicional silencio sobre importantes asuntos. Una es la Ley de Memoria Histórica, la otra, ésta.
En un país huérfano de polémicas constructivas que permitan superar los restos del franquismo y la huella de la Transición, la Educación para la Ciudadanía constituye una herramienta formativa de gran calado en la construcción de una sociedad participativa y cualificada, que remonte los silencios del pasado y sus ecos del presente.
Los jueces, hoy al borde de la huelga y bajo el fuego graneado de la crítica social, se han mojado en lo decisivo. Una elite competente se construye a base de principios democráticos que no se queden en la superficie de las cosas. La formación juvenil, preparatoria del tramo universitario y profesional precisa de estímulos que mejoren la calidad de vida familiar y social.
La introducción de fórmulas progresivas que incluyan el debate y la polémica induce a ello, en tanto se integren a planes de estudio huérfanos hasta hoy, del humanismo que requieren todas las esferas de la vida social y productiva.
Sí, señores.
Pues hasta las manufacturas de mayor o menor volumen cuentan (o no), para bien o para mal de nuestra competitividad productiva, con dicho valor agregado...
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