Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

sábado, 28 de febrero de 2009

FIEL A SÍ MISMA

La diva criolla Susana Giménez, partidaria de la pena de muerte... y algo más.
Camino a multiplicar el esperpento de Sara Montiel, la vedette y presentadora (nacida en 1944 y remozada por incesantes cirujías) manifestó, ni bien retornada de Miami, patente indignación por el brutal asesinato de su venerado florista, un joven de 32 años, a manos de adolescentes.
Empero, los matices de la congoja rebasan el estentóreo dolor.
"El que mata tiene que morir" -sostuvo, rematando (nunca mejor dicho) el concepto con estas reveladoras palabras: "Y basta con los derechos humanos, que los asesinos son menores y esas estupideces".
Que Amelia Bence masacrara mis sueños de la infancia con recientes dislates del tenor, determina un contraste inexistente con esta otra dama, producto mediático de la farándula y el palmito al aire.
En su pasado no hay actuaciones agradecidas ni asunto que destacar, salvo sus remotas relaciones sentimentales con el fallecido boxeador Carlos Monzón o un juvenil Ricardo Darin. Cierto es que, tras su trayectoria en la revista y varias cintas picantes, junto a Alberto Olmedo, Jorge Porcel y otros cómicos, triunfó clamorosamente en la tele como versión cutre y sexy de Mirtha Legrand.
Pero el bajo peso específico de esa fama no salva sus viejas carnes de un grotesco que, nuestra octogenaria Montiel -confesa socialista, con una legendaria carrera en el espectáculo- consigue en parte mitigar.
En este sentido, la reaccionaria Giménez, celebridad de un país empobrecido por malos gobiernos, sigue fiel a sí misma.

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