Ya en los iniciales ´40 del siglo pasado la espectacularidad vendedora de los comics de 10 céntimos les impuso en el campo de la literatura dibujada.
Contadas veces el interior de los cuadernillos proyectaba arte, al modo de las planchas dominicales o las tiras de los periódicos. Spy Smasher no contó con dibujantes ni guionistas de talla. Sin embargo, las cubiertas de su magazine no dejaron de ser atractivas pese al escaso tirón del personaje.
La política editorial de Fawcett - superior a la de los editores de Superman- hizo de sus títulos lo mejor del campus comiquero. El Capitán Marvel y sus sucedáneos eran más entretenidos que el hombre de acero o Batman, aunque los últimos tuvieran más éxito.
En la Argentina de los años ´40 y ´50 los héroes de Fawcett sentaron sus reales en Pif Paf, Patoruzito, Pololo y Bucaneros.
Por lo general las historias se imprimían en blanco y negro sin respetar cubiertas originales o unidad temática.
Aún así, tenían su atractivo. El intento más serio de reproducir el esplendor original de los productos Fawcett correspondió a Publicaciones Universales, editora de breve existencia, entre 1953/54. Cubiertas a colores, especialmente pintadas al óleo por el hijo de Emilio Freixas (Carlos) anunciaron las hazañas del Capitán Marvel y el junior, o Mary Marvel. Otras más rutinarias se ocuparon de los cowboys y aviadores de la factoría.
Justo en ese momento la misma resolvió cancelar las ediciones comiqueras. El auge de la TV en los EEUU, sumado a las campañas del macartismo señalando la responsabilidad de las historietas y su carga de violencia en el aumento de la criminalidad liquidaron buena parte de los comics de la golden age.
Spy Smasher había desaparecido mucho antes...
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