Hacia 1978 me inventé un detective para los comics.
En ese entonces residía en Buenos Aires impartiendo clases audiovisuales, y el mejor dibujante para el personaje era sin duda alguna Osvaldo Walter Viola (Oswal), un quilmeño a quien conocía desde tiempo atrás. La peculiaridad de este ilustrador y su escenarista era un común amor por las historietas (sobre todo el viejo comic norteamericano) y el cine clásico.
Él era un veterano en las lides. Su personaje "Sónoman"-un superheroe melódico construido con imaginación- se publicaba desde mucho antes en la revista "Anteojito", entonces famosa entre los niños de la época. En cuanto a mí, si bien conocía a fondo la historia del medio y su lenguaje práctico, no acreditaba trayectoria alguna. Era demasiado rebelde para someterme a los caprichos de los adocenados editores de los años ´70.
En ese entonces residía en Buenos Aires impartiendo clases audiovisuales, y el mejor dibujante para el personaje era sin duda alguna Osvaldo Walter Viola (Oswal), un quilmeño a quien conocía desde tiempo atrás. La peculiaridad de este ilustrador y su escenarista era un común amor por las historietas (sobre todo el viejo comic norteamericano) y el cine clásico.
Él era un veterano en las lides. Su personaje "Sónoman"-un superheroe melódico construido con imaginación- se publicaba desde mucho antes en la revista "Anteojito", entonces famosa entre los niños de la época. En cuanto a mí, si bien conocía a fondo la historia del medio y su lenguaje práctico, no acreditaba trayectoria alguna. Era demasiado rebelde para someterme a los caprichos de los adocenados editores de los años ´70.
Bautizado Floyd Stark, el detective debutó en una editorial que exportaba arte nacional a Italia pagando la impresión en Buenos Aires.
Stark duró en consecuencia tres episodios. Sin embargo a instancias del director de la sección comics de un nuevo periódico volvimos poco después a la carga con el detective, rebautizado ahora Mark Kane, mediando tiras diarias "a la americana" que lamentablemente alcanzaron apenas lo que la vida del periódico.
Cuando al fin regresé a Barcelona luego de ausentarme 33 años, vendí Mark Kane a la revista Cimoc.
En total llegaron a publicarse 6 episodios completos en los años ´80, conservando en la emergencia mi viejo pseudónimo de Linton Howard, válido para Stark y las tiras diarias del personaje.
Cuando al fin regresé a Barcelona luego de ausentarme 33 años, vendí Mark Kane a la revista Cimoc.
En total llegaron a publicarse 6 episodios completos en los años ´80, conservando en la emergencia mi viejo pseudónimo de Linton Howard, válido para Stark y las tiras diarias del personaje.
La acción de Kane se desarrollaba a comienzos del cine sonoro, sometida a infuencias de Dashiell Hamett, los filmes de Hawks o Welles y la comedia musical . Su oficina en la calle La Brea era el aguantadero de este ejemplar elegante, guapo y sagaz.
Su amiguete y rival de contrapunto, el policía Romeo Brown (chamuscado muy a menudo por las destrezas del private eye) y la pulposa Maggie, ex vedette de Ziefgeld y propietaria de un casino situado en las colinas, fueron los secundarios en esta saga, situada a medio camino entre los Marx, la slapstick y el autor de El Halcón Maltés.
En el episodio que les presento en el blog figuran Carole Lombard y Clark Gable. Yo aún no sabía que dieciocho años después publicaría la biografía de Gable y su tragedia romántica con Lombard. Desde luego, me gustaba Lombard tanto como a Oswal, de manera que ambos fantaseábamos que nuestro detective se la ligaba a escondidas del que sería su marido años después.
En la vena de Will Eisner y Roy Crane, Oswal et moi, ofrecimos al público de entonces una serie dramática, aunque por encima de todo divertida, elegante y poco común en el género.
Su amiguete y rival de contrapunto, el policía Romeo Brown (chamuscado muy a menudo por las destrezas del private eye) y la pulposa Maggie, ex vedette de Ziefgeld y propietaria de un casino situado en las colinas, fueron los secundarios en esta saga, situada a medio camino entre los Marx, la slapstick y el autor de El Halcón Maltés.
En el episodio que les presento en el blog figuran Carole Lombard y Clark Gable. Yo aún no sabía que dieciocho años después publicaría la biografía de Gable y su tragedia romántica con Lombard. Desde luego, me gustaba Lombard tanto como a Oswal, de manera que ambos fantaseábamos que nuestro detective se la ligaba a escondidas del que sería su marido años después.
En la vena de Will Eisner y Roy Crane, Oswal et moi, ofrecimos al público de entonces una serie dramática, aunque por encima de todo divertida, elegante y poco común en el género.
A continuación: el espectáculo...
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