Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

domingo, 15 de junio de 2008

LA VENGANZA DEL COMUNISMO

Está enterrado o casi. Lo que queda es feroz aunque luzca francamente vertiginoso.

En los retazos del comunismo sobrevivido en China o su entierro definitivo en lo que fue la antigua URSS, priman hoy la propiedad privada y la competencia, regidas por arbitrios despóticos que, en el primero de estos colosos territoriales agita la hoz y el martillo junto al drapeau rouge como símbolo de poder, y en el segundo erige un capitalismo salvaje, machimbrado por mafias asociadas a un poder absolutista.

El imperio del mal, sentenciado nada menos que por el secundario de la Warner Brothers Ronald Reagan, quedó en los manuales de historia como un mal recuerdo. Pero los males de la economía en aquellos que triunfaron sobre la esquizofrenia totalitaria mediante el poder de la superioridad económica y la globalización mundial se multiplican a diario.
La autarquía del estalinismo o los maoistas, patrones encubiertos de las democracias populares y los comunismos asiáticos de mercado cautivo, favorecían nuestra energía barata y el acceso alimentario a bajo coste. Para abastecernos estaba el Tercer Mundo, seducido a medias por los discípulos de Lenin, Stalin y Mao. Ellos aprovechaban la peor porción del pastel. Afganistán, Cuba o el Congo Brazzaville eran onerosos ejemplos de esta política ruinosa que requería inversiones faraónicas en el sostén de sus regimenes aliados.

En su cierta autarquía asociada al Commonwealth, los hindúes no cesaban entre tanto de escarbar miserias en su ombligo. Para nosotros eran la viva imágen de Peter Sellers en El güateque. Ésa que tanto nos desternillaba cuando los orines apretaban la vejiga del personaje en la jarana de Blake Edwards.

Hoy todo cambió. El capital globalizado se asoció a los mafiosos ex comunistas y la ascendente oligarquía hindú trepa en el ranquing mundial de la emergencia, ya menos sujeta a las castas que al dinero. Los límites del maridaje entre capitalismo y comunismo repartiéndose el mundo en Yalta reventaron por las costuras. En consecuencia, los ex y los terceristas erosionan la llave de nuestro bienestar junto a las multinacionales apátridas.
Codo a codo con estas corporaciones y sus paraísos fiscales, el capitalismo atrasado de los antiguos burócratas y funcionarios del petróleo o la intermediación, dicta las normas de concentración mundial, en materia de bienes y poder por vías de la necesidad.

No es casual que en ese marco alguien tan poco cualificado como George Bush -responsable adjunto de la actual astronomía petrolera- haya gobernado ocho años la mayor potencia del planeta. Tampoco que sea un afroamericano el presumible depositario de muchas esperanzas en el relevo. Tal es la debacle del imperio americano, triunfante frente al comunismo, perdidoso ante sus propias leyes sagradas de acumulación del capital, y tal la conmoción, que, hasta lo que queda del Comandante isleño manda callar sobre Obama; no sea cosa que el otrora omnipotente vecino deje de ser el reclame imperial para su agonizante sueño de liderazgo de los pobres latinoamericanos... desde el más allá.

Obama es sin lugar a dudas un símbolo americano de este nuevo siglo, impensable diez años atrás.

Al menos los norteamericanos se fabrican un referente promisorio. Sin pudor alguno, los burócratas chinos les aventajan en agresividad comercial, probando especial flexibilidad en el travestido de principios que antes eran naturalmente falsos, aunque convinieran secretamente al occidente próspero.

Los rusos de Putin y Mevdev son abiertamente descarados. Atesoran valiosas fuentes de petróleo y pretensiones de hegemonía mundial, tardías por cierto.

La apertura absoluta del mercado mundial y la internacionalización del capital determinan que los imperios a la antigua usanza no reingresen a escena...

La fórmula occidental de repato mercantil quedándose con lo mejor del subdesarrollo mientras los burócratas rojos se apañaban con su harapiento mercado tercerista, llegó a su fin con la derrota del comunismo.

Fue un voluntario harakiri sin nube atómica, que a la larga depararía estas otras radiaciones.

En la vieja Europa del liberalismo económico y el decadente Estado social llevamos clara desventaja padeciéndolas. A más de retroceder como los cangrejos sin fabricar competentes estadistas ni una estrategia acorde con los tiempos que corren, hemos sido incapaces de enterrar a un tipo como Berlusconi...


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