Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

lunes, 7 de abril de 2008

LO QUE VENDEMOS

Albert Rivera ha denunciado la hemorragia de 25 millones de euros destinada a las embajadas catalanas en Europa. En la sede alemana, "la bandera española está en la tintorería", según ha explicado con su malla folla habitual el señor Carod Rovira.

A este pájaro le conocemos el trino. Lleno de odio estanquero y ansias de notoriedad (en ocasiones el uno proyecta la otra) ofende a España; un mapa al que (por desgracia para nosotros) pertenece, lo quiera o no.

Lo de las embajadas es patético antes que provinciano. Hoy lo reiteró desde Catalunya Radio en su estilo futbolero Antoni Bassas (el que confunde España con la China), emitiendo su panfleto habitual desde Ecuador. Fue un despliegue folclórico destinado a hermanar consciencias en el limbo del hecho diferencial. Las de los ecuatorianos residentes en Catalunya (explotados sin piedad) y la de los catalanes progres (piadosos con el Tercer Mundo y sus avatares apoltronados en el Primero).
Carod y sus embajadas dels collons procuran el mismo efecto.

Estos aviaceos exaltan la lengua y la tradición, junto a una grandeur catalana vacía de contenidos culturales, insuficiente en carreteras y tristemente varada en plena sequía.

Lo de la sequía se confunde con el gastado símbolo. Lo verdaderamente reseco y agrietado es este nacionalismo clientelar instrumentado por vivillos ansiosos de figurar en la Historia y poco más.
La triste realidad es otra.

Los que trabajamos de verdad poco tenemos en común con estos patriotas del ombliguismo. Ellos han transformado a los catalanes en un conglomerado poco creativo; una panda de rentistas y especuladores cegados por la leyenda del seny, y aferrados al valor en alza de una propiedad que, para colmo de males hoy cae en picado.

Detesto profundamente a los comisarios que censuran las lenguas, multan a los comerciantes que no rotulan en catalán y envían las banderas que no sienten suyas a la tintorería; cómo si fueran prendas en desuso y carne de remate.

Si el Poder Judicial funcionara en este país, el insolente Carod Rovira debiera ser enjuiciado. Los 25 millones de euros que él y Montilla se han gastado con tanta alegría en boludeces no salen de los bolsillos societarios de ERC o el PSC, sino de los impuestos que pagamos todos. Incluso, los tantos que aborrecemos a esta patulea.

Tocado el punto, desembocamos en las miserias del PSOE y sus barones. Protecteur de Carod, el señor Montilla es uno de los más influyentes, a tenor de los votos que acreditó la sucursal vernácula el 9M. Con el monedero abultado, el honorable se nos revela generoso despilfarrando recursos ajenos con pasmante liviandad.

Al noruego Vidkun Quisling no lo había elegido otro que Hitler y las SS, pero su función traidora se asemejaba. En nombre de la ambición vendía a sus compatriotas sin cortarse un pelín. A Montilla le quedan pocos, aunque los cuida como si fuesen hebras de oro. De paso verduguea la lengua común del Estado (que es la suya materna).

No sólo en esa propensión a ceder todo a cambio del trono se parece a Quisling y Carod Rovira.

Con veinticinco millones de euros se pueden hacer muchas cosas en pro de la comunidad. Realizarlas desde Catalunya hacia dentro o afuera nos honraría.

Ellos, los de siempre, prefieren un deshonor que juzgará la Historia. A ver si de una vez por todas colaboramos con ella extendiéndoles el condigno diploma a estos vendedores de la patria...




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