Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

sábado, 19 de abril de 2008

EL LIBERALISMO

Estoy harto de escuchar a intervencionistas perorando en supuestos términos liberales.

Justamente, una de las bases de la crisis que hoy amenaza descalabrar la economía europea -y en particular la nuestra- es el liberalismo económico, tan poco sujeto a los controles del Estado.

La burbuja inmobiliaria en los EEUU es resultado de esa política de laissez-faire a los especuladores financieros y su caprichoso manejo de asuntos que han escapado a cualquier fiscalización seria.

En España tanto el PSOE como el PP fueron liberales en esta economía, alimentada en su crecimiento por los bajos salarios y el turismo. Hoy Europa no levanta cabeza ante la desventaja de acreditar un euro claramente sobrevaluado que le impide exportar sus mercancías. Mi amigo, Eduard F., preclaro autor del Blog asociado a la Espada del Zorro, viene detallando con minucia las atrocidades que la libre empresa -más liberticida que libre- fabrica para el presente y el porvenir de la humanidad.

El liberalismo payasesco de Losantos, que tanto influye en Aguirre, es el que justamente precipita a Occidente en la noche de los tiempos. Y no sólo en materia económica. El desastre iraquí, y los tembladerales afgano y Haitiano demuestran que el Occidente desarrollado está mucho más interesado en mantener ejércitos activos, que en liquidar el hambre y la desigualdad en esos territorios.

Hay dos maneras de combatir el terrorismo: una radica en las armas, la otra en la inteligencia y sensibilidad que lleva a promover la dignidad universal como hoja de ruta. Para ello es preciso volcar tiempo, dinero y esfuerzos en la porción planetaria alejada de todo confort; aunque la seguridad de las armas no se deje de lado.

Los EEUU de Bush han gastado cientos de miles de millones en Iraq, agravando extraordinariamente los problemas sociales y étnicos que ya existían en tiempos de Saddam. Desde Israel y Colombia se procuran idénticos estropicios mediante los fuegos del cañón; al precio de convertir los alrededores en un pandemónium. Cuestan dinero, cantidad de vidas humanas, y lejos de resolver viejos pleitos suman otros nuevos.

Los liberales españoles integran la cúpula de casi todos los partidos; sean estos nacionales o regionales. Nuestro liberalismo oficial tiene límites precisos. Se podrán adoptar, por ejemplo, un gabinete con mayoría femenina, sin que la desigualdad entre hombres y mujeres, basada en la tradición y sobre todo en la desigualdad salarial, sean eliminadas.

El mentado liberalismo de la extrema derecha, madiática y política, requiere otro análisis. Lo que en nuestros liberales democráticos revela un costipado, en estos inquisidores vocacionales comporta un cáncer.
Odiar los mal llamados nacionalismos periféricos es desconocer la propia naturaleza de España. La misma es diversa, y por lo tanto rica en sentimientos que pueden ensamblarse, en tanto haya un mutuo respeto.

La condición liberal en estado puro recomendaría su práctica. A ella se arriman casi todos los partidos, menos el PP en la última etapa de predominio extremista y antiliberal.

Representante del sector, el torcido bufón de la Cope no es un liberal sino un autoritario nostalgioso del franquismo. Encarna una nueva versión del mismo adaptada a estos tiempos, sólo posible en la radio, algún periódico, y las prácticas mercenarias de unos cuantos calígrafos arrepentidos de su pasado.

Lo que en el sujeto -hoy acosado por comprensibles demandas judiciales- divierte a la clientela diaria, son sus extravagancias y frases; a menudo canallescas, otras veces menos; aunque siempre destructivas en su trasfondo e intención.

Es, convengamos sin duda alguna, quien mejor vacía el intestino ante un micrófono, hoy por hoy.

Tampoco un periódico como El Mundo nos procura otra fórmula. Simétrica postura desde el campus político asume, hambrienta de mando y potestades Esperanza Aguirre, escudándose en sus votos madrileños y el propio carácter sectario. El mismo la induce a liberalizar el comercio en Madrid, suprimiendo los feriados, y dejando a 200.000 empleados en la calle de prosperar la intención.

George Bush y el señor Aznar les inspiran las falsedades y dislates, semejantes o equivalentes en materia humana.

Debieran considerar que la era del primero finaliza encendiendo la mecha de una crisis mundial sin precedentes, y la del segundo -yerma en muchos aspectos- cumplió su ciclo hace ya tiempo.

De fortalecerse la sociedad civil, a base de cultura y mayor equidad social, a estos falsos liberales les aguarda el cadalso al final del camino.

Lo que para ellos será el olvido, para nosotros representará el fortalecimiento de la democracia.

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