Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

domingo, 27 de abril de 2008

LECTURAS II

Marc Elliot insiste en brindarnos otro retrato superficial. Su víctima propiciatoria es Cary Grant.
Con todo, este biografiador neoyorquino de Walt Disney y Bruce Springsteen supera ampliamente el tradicional álbum de fotos con malos epígrafes que le dedicó el mediocre y envidioso Lluís Bonet Mojica desde Barcelona, y le imprimió a todo gas el sobrino del golpista Tejero en Madrid.
Una cosa es meterse en el ajo, otra tirar mantequilla rancia al techo. Elliot se sitúa a medio camino, al entregarnos muchas anécdotas a cambio de poquísima carnadura humana.
La terrible infancia de Grant y su tránsito cockney en Bristol, que al final desembocó en el circo Pender, ocupan una pocas páginas de entre las 514 que abarca el texto, index incluido.
El resto es Hollywood durante las siguientes cuatro décadas, mas el periodo de jubilación de Grant y sus randez vous sexuales y/o sentimentales con hembras y varones.
Hace unos días, la uruguaya Cristina Peri Rossi (que tampoco se ha caracterizado por brindar al mundo alguna pieza memorable) señaló que éste era el retrato de un avaro.
En cualquier caso, la avaricia se resuelve aquí por partida doble. A la hora de echar una ojeada a este otro libro de tapa dura y texto blando, incide más la literaria de Elliot que la vital de Cary Grant.
Últimamente, la larga crisis cultural que padecemos se deja ver en este tipo de ensayos sobre figuras del espectáculo. Hay autores como Donald Spoto, que ya no tienen casi nada que decir. Otros, como Elliot, dicen menos. Lejos, como iconos inalcanzables en los tiempos que corren, nos quedan meritorias obras de Ángel Zúñiga, Alexander Walker, John Kobal, Axel Madsen, Robert Payne, Richard Schickel, Jaume Picas o Bob Thomas.
Desde luego, incluyo el enfoque sobre Cary Grant en uno de los capítulos redactados para mi libro: La Piel de los Dioses (accidentalmente publicado por el sobrinito del coronel golpista hace unos años).
Podéis arrostrarme absoluta falta de modestia, y en verdad no es así, de atenernos a la maravillosa teoría de la relatividad.
Al lado de este liviano ensayo, titulado "Cary Grant. La biografía", juro sobre los Santos Evangelios, la Constitución Española y el Estatut de Catalunya, que mi reseña biográfica del personaje alcanza el pico del Everest.

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