Charlton Heston (nacido John Charles Carter), con peluca y vigor de anciano cascarrabias, abogando por la causa del rifle durante un mitin en el 2000, cuando intentaba controlar su alcoholismo y los médicos le radiaban un tumor prostático. En sus últimos años un tropezón en las escaleras de su mansión le había fracturado la cadera, rompiéndole todos los dientes. Con dentadura postiza sonrió de continuo a Bush (la Asociación riflera aportó la friolera de 20 millones de dólares a su campaña) y siguió denostando a Clinton, a quién acusaba de haber "convertido la Casa Blanca en un burdel" y de haber tolerado la presencia de homosexuales en el Ejército.
Tenía Alzheimer pero lo mató el cáncer. Para el público no existía más que en los formatos VHS y DVD, o en las reposiciones televisivas de sus viejos éxitos, cuando era el símbolo viril de la dignidad bíblica y los personajes históricos idealizados por la maquinaria de Hollywood.
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