Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

martes, 10 de marzo de 2015

LA DESESPERANZA DE AGUIRRE

                               Irá a bailar fandangos a un geriátrico

En Esperanza Aguirre i Gil de Biedma (Madrid, 1952) confluyen enormes prejuicios de clase. Hay títulos que jamás reivindica en público. El más destacado es del de Condesa de Bornos y Grande de España, heredado por vía materna. Éste, el de la nobleza de latón en un país sujeto a una larga dictadura tras la derrota republicana y la brutal desmemoria posterior, es el motor de su enorme arrogancia y desparpajo. Otras características acompañaron hasta hoy su camino político, son la ambición y una cultura elitista que rechaza a rajatabla la justicia social. Se dice liberal, pero esta es otra de sus máscaras al uso para desarrollar una escalada de poder que dio que hablar hasta hoy. Lo que predomina en su alma es un factor perverso: el de asociarse a gentes turbias que la sirven. Su instinto captando moscas en la sopa y alimañas en todas partes, es único. Durante sus casi dos décadas mangoneando la Villa de Madrid, la Grande de España plantó en su jardín, un árbol que arrojó el saldo de frutos podridos y plantas carnívoras. Su legado es ese, no el de la destacada inteligencia ni el de una cultura que omite lo esencial y positivo del ser humano, su capacidad de asociación emocional, como no sea la de robar, saquear el dinero público, y el delinquir en favor de poderosos intereses, económicos y financieros. Es probable que con su huida de los guardias de tránsito ante la falta cometida escapara de mucho más. Fue una inflexión paranoide asociada al delirio de persecución.
Alcanzó la presidencia en la Comunidad gracias al soborno, y lo mantuvo oficiando de hada madrina de todas las tramas corruptas posibles. No voy a perder tiempo en mencionar colaboradores que están en la cárcel, encausados, o bajo busca y captura. El socialista Carmona presentó el listado en "La Sexta Noche", pateando el tablero de inútiles tertulianos amistosos con su presente candidatura. Tendrá la señora menos votos de los que espera, aunque, sin duda, serán suficientes para oficiar su funeral político. Se merece eso y más. Su propia decadencia, revelada ya, camino a la pérdida de la razón, nos lo facilita. Para con alguien tan tóxico, no cabrá desmemoria alguna.

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