Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

miércoles, 4 de marzo de 2015

EL HUMO Y LOS SÍMBOLOS

                          Escena de "Ben Hur". Más o menos así


"Los símbolos nos encadenan como los galeotes al látigo del opresor"
Párrafo de "Perón, Luz y Sombras" volumen 1.

Hartos de la oligarquía política que ha venido gobernando España, muchos españoles apuestan votar por Podemos. A pesar de las objeciones que afectan sus vaivenes externos y los procedimientos que rigen su organización, centralista, sectaria y absorbente, despuntan como herederos del 15 M y las mareas de protesta. El factor se ha instalado en el inconsciente colectivo. En la derecha, provocando miedo y ataques de fuego graneado que no han hecho otra cosa que reforzar su previa aureola justiciera. A la renuncia del monarca, una herencia del franquismo complementando el Estado desmemoriado y pusilánime, la siguieron mutaciónes en todas las formaciones políticas, menos en el PP, herencia del viejo régimen respaldada a muerte por Merkel y Bruselas. También la tradicional izquierda parlamentaria (dicho alerón en el PSOE, e izquierda Unida) se produjeron reacciones, entre ellas la caída de Pérez Rubalcaba, viejo funcionario socialista ducho en servir al amo de turno y garante de inmovilismo conciliador. A falta de grandes movilizaciones de protesta que fuercen la renuncia de Rajoy y su banda, los ciudadanos apuestan por el sufragio. Es una de las pocas funciones democráticas que sobrevivieron a la destrucción continuada del Estado de Derecho por parte de la cerril burguesía local y sus mandados. La ausencia de una sólida cultura política, tras décadas de molicie posfranquista, vuelven atractiva-más allá del humo que fabrican a diario los dirigentes de Podemos-, la oferta de estos paracaidistas de la Complutense que comandan la tropa. Para el pueblo llano y muchos afectados por la brutal crisis económica, el símbolo cuenta mucho más que su desglose terreno. En la historia de los movimientos sociales, el imaginario proyectado supera la realidad. Lo que se desea jibariza la realidad, maltratando sus contenidos. La derecha, heredera del atraso feudal y la derrota republicana, desvela, junto a la pulverización de agro por las cuotas de la CEE, una creciente desindustrialización, privatizando la energía, los teléfonos, el refinamiento petrolero y otros bienes estatales, reservándose por las bondades del clima soleado la mera servidumbre de los servicios a través del turismo. Los hijos democráticos del franquismo, organizados en el PSOE e Izquierda Unida nacieron dependientes de Willy Brandt o el estalinismo, sobrevivido tras la Guerra Civil, tras sabotear a los obreros y campesinos, asesinando a muchos dirigentes de izquierda o anarquistas durante la misma. En esto, España no se diferenció de Italia, o la más próspera Francia, hoy socia paritaria del IV Reich y potencia acreedora de las deudas del sur. 

Solo a un Frente Social amplio y de izquierdas puede caber la tarea de cambiar las tornas, movilizando a los que quieren el cambio, sin sujetarse pasivamente al voto. A Iglesias(para el que Juan Negrin fue el mejor líder político español del Siglo XX), Alberto Garzón (que se declara comunista sin más) y toda la izquierda, les aterra reavivar el Frente Popular local, jugando el partido más conservador, mientras soportan, en cambio, la devastadora guerra civil que, de hecho, practican la derecha y su fracción de la pequeño burguesía a ella asociada contra millones de españoles e inmigrantes, la mayoría parados, o despojados de vivienda, sanidad y derechos sociales. Es mejor morir así o peleando? Para los políticos locales, es la primera una razonable opción, favorable a su seguridad personal.
Entre la izquierda española, de tradición quebrada por años de silencio, y la necesidad histórica, media un largo período de adaptación a las necesidades de la geopolítica burguesa e imperialista. Fue así en toda Europa, víctima del reparto continental de Yalta entre Washington, Churchil y el Kremlin. España quedó afuera, porque, de hecho, estaba bien metida adentro, y en las peores manos. La actual crisis lo ha proyectado extensamente, y lejos está de finalizar, aunque los sucesores de Rajoy amaguen algunas fintas que nada de fondo resolverán.

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