Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

viernes, 27 de marzo de 2015

LOS GRANDES HORIZONTES



Ayer os hablé de la calle. No puedo olvidar los horizontes del paisaje catalán, surcados en automóvil a partir de las seis de la mañana y de lunes a viernes, desde Vilassar de Mar, con destino a los centros educativos y bibliotecas de Lleida, Girona y Tarragona. Hablo de sus rodalías, donde aparcar era fácil y placentero. Completaba, entre recorridos y visitas, unas ocho horas. En casa, "Nora" me aguardaba tras ventilarla a las cinco de la mañana en el parque de la Bobila, a dos calles del piso. Luego del invariable baño de inmersión y un desayuno frugal, mis máquinas surcaban amaneceres y tempranos soles. Lleida, era y será para siempre mi comarca favorita. Sus educadores eran catalanes y españoles a la vez, con mayor avidez cultural que en otros sitios; aunque los buenos amigos eran frecuentes en Tarragona. Girona era otra cosa. Más que catalanes, en los 2000 ya eran gironinos cerrados en banda. La vecindad con Francia les contaminó de ese ombliguismo empobrecedor. No siempre fue así. Aún en los noventas, permanecían abiertos a productos culturales (No me refiero a los de "Planeta", los míos eran específicos y sectoriales) y vínculos amistosos. Pero la vida sigue, y con ella orienté mis labores hacia otros destinos, perdiéndome sus verdes resplandecientes de sol para ganar otros, y de paso el sustento. Admito que las tres cuartas partes de aquellas horas, alimentadas por casi tres décadas las invadió el paisaje. Me gusta la gente, pero eso no contradijo nunca mi velocidad operativa. En los institutos secundarios se trabaja muchísimo. Contrariamente a la negra leyenda, que califica de vagos, y rutinario al personal, les gusta educar a los jóvenes, de manera que, mi velocidad permanecía sujeta al escaso tiempo libre en los seminarios. Era un placer recomendarles DVD y libros muy específicos. Mis conocimientos lo autorizaban. A diferencia de otros, yo no vendía patatas ni regalaba nada. Por fortuna, mis clientes utilizaban el material,pagado por el instituto correspondiente con gran puntualidad. 

Vuelvo a los viajes tan oxigenantes por las comarcas catalanas, pueblo por pueblo, todos llenos de impresionante belleza. De manera que conozco el territorio donde nací de punta a punta, subiendo y bajando alturas de clima variable desde una jornada en muchas ocasiones. Fue uno de los regalos más grandes e inolvidables de mi vida. Curiosamente, siendo catalán de origen y hablando el idioma, en algunos sitios creyeron, hasta último momento, que yo era argentino. Ello desmiente otra leyenda negra. La que versa sobre los prejuicios nacionales de mis queridos compatriotas. Jamás lamenté recorrer un promedio de 400 kilómetros por día (a menudo era el doble). Aquellos viajes tan queridos mitigaban con creces cualquier signo de fatiga. La buena gente, mayoritaria en todas partes, aportó lo suyo en mi ruta laboral. Beber un paisaje como aquél te llena de energía. Por fortuna, conocí el de muchas tierras durante mi tiempo europeo. Hoy asimilo otros con el mismo interés,conservando vivo el recuerdo de todos y cada uno, en los ojos y el corazón.

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