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viernes, 27 de marzo de 2015

BARBARIE O SOCIALISMO EN LA DISYUNTIVA

Jesús Cintora y Carmen Aristegui.Dos defensores de la pluralidad informativa vetados por poderes concomitantes.



El periodista soriano Jesús Cintora merecía mis críticas por dar voz y espacio a miserables contertulios de la derecha; aunque, también hay que decirlo, los ninguneaba por dos vías. Una, respaldando a los enemigos del gobierno, otra, reporteando su equipo de calle y en directo con conexión central, a los manifestantes de las mareas, los desahucios y las Preferentes. Esto último fue lo que resolvió su despido fulminante. El elevado share conseguido por su conducción en "Las Mañanas de Cuatro" superó con creces "Al Rojo Vivo", el menjunje conciliador de Antonio García Ferreras en "La Sexta". Ahora, el espacio en la franquicia de Berlusconi lo conduce el más maleable Javier Ruiz, periodista digno, sin alcanzar las cotas audaces de Cintora. Se cierra así, el breve capítulo de las ciertas disidencias informativas y de opinión en las televisoras españolas. 

Un entierro en toda regla que acompaña el celo represivo del nuevo Código penal, aprobado en las Cortes por la falsa mayoría absoluta del Partido Popular. La mancomunidad de intereses entre el poder económico y los tres constitucionales, ejecutando las tareas sociales más sucias y criminales perpetradas desde el franquismo, determina el progresivo apagón del Estado de Derecho y la libertad de expresión, pese a que los futuros votos amenacen con descabalgar a la actual mafia organizada del ejecutivo, dueño hoy de las principales gobernaciones y alcaldías. 

La presión del paneuropeísmo y Berlín secundan esta tenaza reaccionaria en España, intentado condicionar a quienes reemplacen a estos delincuentes, repudiados masivamente, legándoles una pesada herencia de leyes y decretos, expoliadores y represivos. La desunión de la izquierda, promete que otros actores continúen con el miserable libreto. Desde la cúpula del PSOE y Ciudadanos están dispuestos a poner el hombro, dándole continuidad. El comportamiento de los diputados socialdemócratas hispanos en el Parlamento Europeo ha conciliado con su derecha local y la continental. Las deudas hay que pagarlas, con sangre y más dolor de ser preciso. La reciente votación en las Cortes del PSOE y el PP salvando al expresidente Aznar, ideólogo fascista del PP, de una condena por su conocido tráfico armamentístico, es una clara expresión de esta turbia alianza, no explícita aunque real  de los verdaderos intereses que animan a ambas formaciones. Desde siempre, a la derecha y su centro pequeño burgués la unen intereses muy concretos. En cambio, los de la izquierda son globalmente confusos, por lo que a menudo sus diversas alas se neutralizan, dispersando las fuerzas para golpear duro al enemigo de clase. El caso Cintora se relaciona con el de la periodista azteca Carmen Arístegui, silenciada por Peña Nieto y sus secuaces. No es casual; México y España se parecen bastante, más allá de las diferencias económicas y el territorio que los separa. En principio, son hoy virtuales colonias de dos imperios, uno con sede en Washington, el otro manipulado desde Berlín. Acompañando la miseria creciente del primero y su corrupción política, floreció el narcotráfico, servidor masivo de los clientes del norte. A España, por su ubicación estratégica entre dos continentes y su enorme grado de descomposición política y social, los números para que tráficos varios crezcan en el territorio le sobran. Las tentativas de Sheldon Addelson para inaugurar casinos en Madrid fracasaron solo temporalmente. Además, España es un conocido centro europeo de la prostitución y el tráfico de alcaloides Italia está en ello desde hace tiempo. El sur continental, más rezagado que el norte, amenaza convertirse en el basurero de Europa. 

Cuando se rompe un cierto equilibrio social, la delincuencia política procura nuevas rutas de expansión. A menos que la izquierda social diga basta, transformando la barbarie en socialismo, el porvenir pinta bastos.

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