Les visioné danzando en plena calle su huelga hospitalaria, a voz en cuello. Eran nuestros médicos, enfermeras y auxiliares de la sanidad pública, enfrentando el desmantelamiento y la falta de presupuesto para antender enfermos en Madrid; gentileza del Presidente comunitario que nadie eligió, señor González. La coreografía de la protesta, fue anticipada por otros colectivos desde Valencia y Andalucía, en el interior de las sedes de cajas y bancos, y hasta en las Cortes, en plena sesión, por las mujeres de los mineros en huelga. También por los yayoflautas de la tercera edad frente al Palacio de la Generalitat, en Catalunya, mientras el señor Mas dormía en su casa.
Cada vez son más masivas y vibrantes estas expresiones organizadas y pacíficas de rebeldía popular. La huelga sanitaria en Madrid se volvió un espléndido escenario de Broadway, enfrentando los espacios sombríos de los que promueven la injusticia y el terrorismo social. Son los malos de la escena; a los que habrá que barrer lo antes posible, para que no sigan destrozando vidas y esperanza.
De momento, el Arte y la vida se funden en los cuatro puntos cardinales de esta otra España que no se rinde.
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