Probablemente no me haya acompañado la suerte en lo que debe ser un mutuo descubrimiento. Pero este ítem parece difícil en estos días de crisis.
Para colmo, los agentes y editores del pasado han envejecido mal. Más de uno es el gerente nominal de una empresa que no controla. Carmen Balcells, Beatriz de Moura y Gonzalo Herralde son tres ejemplos de gloria pasada y ruina actual. Fueron, y ya no serán más que en el recuerdo de otras épocas.
El poder de una época poco creativa fabricó lectores adocenados y ellos pagaron la consecuencia con el bolsillo bien lleno. Los editores jóvenes que traté dan pena. Algunos son ridículos y malvados. Han heredado las taras de sus antecesores, y ninguna de sus virtudes. No he sido el único destinatario de esa ceguera contracultural. Gentes de talento y de toda edad no tienen agentes ni editores, mientras las vacas sagradas, que tan poca leche dan, siguen estupidizando a las masas por medio de intencionadas campañas publicitarias, muchas de ellas determinadas por intereses políticos.
Aconsejo el E Book, sin saber de momento qué resultado obtendré. Tampoco lo sabía antes de llenar un blog con casi 800 artículos en tres años -visitados a diario desde todo el mundo- y 5.600 contactos ganados en Facebook.
Pero en cualquier caso, la letra de una obra meritoria que no vea la luz corre peligro de morir. Hoy la red y el mundo virtual abren enormes posibilidades para que eso no suceda. Vengo explorando hace cinco años este fértil territorio, con bastantes lectores. Ahora, este formato virtual cubre en paralelo otra etapa. En este formato y código publicaré obras ya editadas, y de momento aquellas que no vieron la luz. Me leerán seguramente los que se parecen a mí. Siempre es así. Las emociones mandan; aunque tan poco brillen en las letras de hoy...
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