Cuando observo el auge de la llamada "Novela Negra" actual se me presenta idéntico enigma; aunque a la baja. Porque la cantidad de basura gore que acumula el llamado género en la actualidad es inmensa. Ni rastros hay de Hammett o Chandler, los dos grandes maestros. El primero abordó el género criminal urbano, propio de las sociedades modernas.
En su impecable estilo, observo trazos sutiles y luminosos, dentro de lo oscuro de las tramas. Sus detectives, tanto el de la Continental, como Sam Spade, o Nick Charles y su mujer, son ante todo gente sutil e inteligente que esgrime una moral social. Menos virtuoso aunque igualmente impactante, Raymond Chandler sabía contar relatos criminales en los que se lucía Marlowe.
Yo sigo la línea del primero, agregando cuotas de psicoanálisis e Historia, no al modo de Ross McDonald y su Lew Archer, estupendo por otra parte. Lo mío es el diálogo interior, circulando tan fluidamente como la sangre que anega mis relatos; que en realidad son tragedias algo freudianas en las que cuenta la corrupción de muchas almas, pero no de todas.
Creo finalmente que, por encima de los géneros, hay malos y buenos escritores. Grandes unos pocos; aunque todo lo bueno se agradece a los que regalan sus atmósferas, tan dífíciles de saborear en la mayoría de los que llenan renglones pasando el rato, para que después nos olvidemos de sus pálidos apaños enunciando un género al que sobre todo, le falta un escritor.
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