Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

martes, 22 de diciembre de 2015

VIVITOS Y COLEANDO


Pedro Sánchez no conoció a Perón, pero su presente estrategia es, al igual que la del líder argentino, "desensillar hasta que aclare" ante ciertos intríngulis de la política. De momento, estima, le toca mover pieza a sus enemigos; en especial a Rajoy y Ciudadanos, sin dejar de observar con atención al revoltijo disuasor de su propios barones y el de rivales que podían ser sus aliados en la franja izquierda. La alianza con Podemos colisiona con la estrategia de Iglesias y Errejón. Podemos hizo en estos meses un desarrollo electoral de alianzas corales con Ada Colau, Mónica Oltra, Manuela Carmena y otros valores soberanistas y socialmente sensibles, a tenor de la tesis ya anunciada, y luego olvidada de José Luis Rodriguez Zapatero, sosteniendo que España "era una nación de naciones". No llegó a afincar la frase en la tradición del PSOE, aunque figure en su historia, enterrada en la arena del tiempo, como tantas otras, por los gobiernos de Felipe González. La fidelidad a la corona y los principios de la Transición aún dominan la ruta socialista, no así la de Podemos, asunto ventilado por Colau en Barcelona con el retrato de Felipe. La reforma constitucional de ambas formaciones, cobra pues diferencias insalvables en este campo. El actual Estado español es centralista, destinando a las autonomías un valor político centralizado por el control de Hacienda, más allá del valor de los parlamentos autonómicos y los consistorios. Las concordancias entre el Estado Español y Catalunya son cosas del pasado. También la común corrupción de sus estamentos dirigentes, Antiguo tema no resuelto judicialmente en la España de estos años. Es verdad que en el PSOE caben ciertas diversidades. En valencia, por ejemplo, las relaciones entre el socialista Ximo Puig y Oltra, son excelentes. Otro tanto sucede en el ayuntamiento de Madrid y algunos otros, como Galicia. Sin embargo, el patrón ideológico del PSOE no ha sido renovado y, ahora, a pesar de que la suma de los votos de la izquierda-incluyendo los suyos-ha ganado las elecciones, su división es un hecho. La derecha y los estamentos financieros, con la Europa Alemana a la cabeza, el IBEX 35 y los medios en su poder, están presionando para que el PP y Ciudadanos operen como cabeceras de playa sobre el PSOE, limitando los movimientos de Pedro Sánchez y el núcleo que lo respalda. Se basan en los barones más permeables al acuerdo, en especial la andaluza Susana Díaz, ungida gracias a los falangistas de Ciudadanos. Sin armas para desactivar estas presiones, es fácil ceder a ellas. Fuera de Andalucía, el partido tampoco acredita, como en el pasado, territorios de fuerte implantación. 

Estamos hablando de reformas, pues en realidad, ninguna formación en España cuenta con programas y políticas que permitan a alguien superar el brete de un país intervenido, y endeudado hasta las cejas. Todos obran como si pudieran resolver un proyecto de nación próspero, cuando lo único posible es remediar, en lo inmediato, como se hace en Barcelona, Madrid,  franjas de Galicia y Valencia, algunos destrozos sociales. 

Mi previo apoyo a Sánchez se remitió a su programa, bien expuesto en el debate, personal y político con Rajoy, mientras Podemos se enfrascaba en la mera pugna electoral, criticando rastreramente a Sánchez. Pero la huella del socialismo en estos años, activó la desconfianza de millones de españoles, pasando factura, y el panorama que se abre ahora es más que complejo, alejando la posibilidad de repetir el triunfo centroizquierdista de portugal, basado en un Frente Único Reformista, tumbando a una derecha que en España se ha debilitado, pero aún esta vivita y coleando.

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