Saben de quién y quienes hablo. Han mentido, robado y estafado a muchos españoles. A otros los han dejado morir por desatención sanitaria, o simplemente de asco ante su gobierno, infame y asesino. El sólo hecho de pensar en votarles provoca una ira que sacude el pecho y las entrañas de cualquier ciudadano digno. Sin embargo, muchos, bastante menos dignos les votarán. Tendrían que ser juzgados y encarcelados junto a sus muchos secuaces de todas las esferas, estos vampiros de la sangre del pueblo y, en cambio les autorizan presentarse a las elecciones para revalidar este mandato, cruel y vergonzante. De qué materia están argamasados quienes les apoyan? Qué madre desearía parir vástagos semejantes sin morir al día siguiente? Muchas, sin duda alguna. Su sola supervivencia política señala una tremenda fractura moral, acompañada de hondas enfermedades colectivas. España está enferma, postrada e intervenida por poderes extranjeros y validos nacionales. Ellos son la hez de la tierra; un aliento del infierno; la horrible secuela de un régimen sanguinario y sus descendientes. Malditos sean quienes ven con buenos ojos todo esto y con ello contemporizan, por la sórdida conveniencia de enterrar su humanidad, a cambio de migajas del festín que celebra con desvergüenza absoluta la flor y nata del crimen, arrebatando a millones de almas sus derechos corpóreos.
Saben de quién y quienes hablo. Apellidarlos da asco. Con estas líneas basta para marcarlos a fuego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario