Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

lunes, 7 de diciembre de 2015

EL INCENDIO Y LA HUMAREDA


Vaticino que el gran perdedor de esta noche en el debate televisivo a cuatro será Albert Rivera. La enana del jardín rajoyano no tiene ninguna posibilidad de impacto. Obras son amores, y las del Gobierno una catástrofe, que hoy viven los asalariados españoles y los que están en el paro, o con las maletas a punto de irse con quienes van a emigrar. Pero el caso de Rivera llama la atención por el tan promocionado subidón electoral que le promocionan los medios. Desde "El País" John Carlin mencionaba las solturas conceptuales del niñato, equiparándolas con las de Pablo Iglesias. Mi pasión por el mandamás de "Podemos"está muy bien controlada, pero debo señalar que su formación cultural y sentido social (deformadas por su irrefrenable egolatría y autoritarismo) es bastante mayor que la del trepador de Granollers, ex miembro de las juventudes del PP, y admirador de José Antonio Primo de Rivera. Esta noche volverá a reiterarse que el mentado "Subidón" es puro humo, idéntico al que gana altura cuando algo se quema. Los votantes del PP, espantados por un presente del que bintentan zafar, buscan refugio en la marca de Rivera. Más allá de eso, mucho no hay. Los problemas sociales y laborales en España afectan a diez millones de personas, casi un tercio de la población. Y las soluciones del Gurú y tartamudo Garicano, cabeza numérica pensante de la partida "renovadora", parecen arrancadas de "La Carta del Lavoro" mussoliniana. El ansia desenfrenada de pegar otra vuelta de tuerca al misérrimo marcado laboral, se advierte en el "Contrato Único", los copagos asistenciales, y retoques a una Reforma Laboral, "mejorable" en boca de Rivera. Este plan pretende borrar del mapa a los sindicatos, refrendando el despido libre. En materia educacional, los planes se dirigen a formar "emprendedores'" conservando la LOGSE y sus tasas, una infamia de Wert, útil para ellos. Imovilista histórico, niega restaurar la memoria pública sobre las atrocidades franquistas. Estima que la llamada Transición es lo mejor que nos pudo pasar y celebra la Constitución, sin negarle ciertos maquillajes. Su paneuropeismo nada tiene que envidiar al de Rajoy. Es un merkeliano joven, como la bosta recién expuesta al sol, para colmo monárquico, e intenta parecer brioso. Los éxitos parlamentarios de Rivera y los suyos se remiten a negar cualquier nacionalidad -en especial para Catalunya-, y la supresión de circunscripciones, centralizado la divisoria en las comunidades. Durante esta campaña preelectoral insiste en culpar al viejo bipartidismo PP-PSOE de los males presentes y pasados, invocándose como solución de tumba hindú para sepultarlo. Nada de esto ampara la pobreza elemental de los discursos que sueltan el líder, los compinches tipo Juan Carlos Girauta, y sus urracas parlanchinas. En especial, la infumable Inés Arrimadas (nada que envidiarle a Esperanza Aguirre), en este partido machista con solo diez candidatas en sus listas. La prensa del régimen exalta estas dudosas cualidades asociándolas a sus jóvenes integrantes. Caras nuevas para un viejo proyecto bastante retrógrado.
Por todas estas razones Iglesias ganará el debate. Una pésima idea será enfrentarle por parte de Pedro Sánchez. Creo que el PSOE necesita a Podemos, y no precisamente a Rivera. Si acentúa el discurso social podrá salvar la ropa. Y buena falta le hace. Aunque nadie de ellos salve a España de ruinas mayores.

No hay comentarios: