Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

lunes, 30 de noviembre de 2015

TRAGEDIAS FEROCES Y VORACES


Guerra es un término que esconde muchos muertos. Las hay defensivas, sin que la muerte desaparezca, aunque una causa justa mitigue el dolor de acometerla. Francia nos llama a guerrear en nombre de Europa y su lucha contra el terrorismo, citando el yihadismo terrorista del Daesh o Estado Islámico como enemigo a batir.

Será uno de ellos, y en verdad, comparativamente es el menos importante para este continente lleno de agresiones contra la equidad social, que no parten del exterior, sino de sus viejas entrañas, proyectándose a menudo hacia el exterior mediante la venta de armas o en incursiones criminales por el extrarradio.
La Historia de Europa es en gran medida la de su expansión colonial, a la que hoy agrega el dominio alemán sobre varios países, entre los que destaca una España intervenida, sumisa, y estrangulada por la cuadratura obligada del déficit, pagando deudas de intereses monstruosos, imposibles de honrar en su totalidad. Francia es el segundo de a bordo en este saqueo, orquestado desde el Directorio de la UE, y su Banco central, convertido en instrumento de los deudores bajo el poder omnímodo de la banca alemana y francesa.
Los destrozos que, desde gobiernos oligárquicos y serviles como los de Grecia, Italia, Portugal y nuestro pobre país, se han perpetrado contra sectores indefensos de la población, en nombre del déficit impuesto por estos dos países y sus asociados, se traduce en sufrimiento, despojo y muerte, como en cualquier guerra, aunque esta se desarrolle sin bombardeos ni metralla.
La sola vulneración de derechos constitucionales comporta ese cuadro y sus letales efectos, causando bajas en todas las edades. El hambre y la miseria no son del dominio público necesario para llegar hasta la conciencia popular, y sacudirla de sus frutos podridos, pero sus víctimas se expanden sin cesar. 
Hollande clama por los ataques yihadistas con toda razón, olvidándose de la siniestra tradición colonial francesa y sus huellas palpables de su paso por la Historia, especialmente en la del mundo árabe. Tampoco, puertas adentro, mueve un dedo para frenar el poder de sus bancos acreedores y los del Cuarto Reich, desdiciéndose de sus previos reclamos a Ángela Merkel, con quien hoy comparte societé generale de besos y promesas de amor proyectadas al mundo por las febriles agencias noticiosas. 
Si nuestros desvergonzados políticos fueran independientes y patrióticos, le cantarían cuatro frescas al presidente galo. Alemania le giró unos efectivos; premio consuelo para respaldar sus raids aéreos sobre Raqqa, la capital terrorista. Los mismos, operantes desde el mes de septiembre, cosechan miles de víctimas civiles, agudizando la Guerra Civil entre ellos y Bachar el Asad, que cuenta con el apoyo de Vladmir Putin y las armas rusas. 
La inmensa ola de refugiados de la zona escapa de esa masacre, y también a los bombardeos. Sus víctimas, no son menos víctimas que las de Bataclán y sus aledaños parisinos, al menos para el nacionalismo europeísta vergonzante y su otro bombardeo, el propagandístico. Pero al igual de las cientos de miles de Iraq, los europeos no clamamos por ellas, creyéndonos superiores. Ahora se nos pide colaboración armada, pagada con dineros que se restarán a la educación, la sanidad y el desarrollo del país, empobreciéndolo aún más de lo que está. Mientras, el probado genocida, señor Rajoy, calla, hasta ver los resultados del 20D, y el miserable Albert Rivera, candidato favorecido por las encuestas, y clon de José María Aznar, nos llama a combatir junto al neocolonialismo en nombre de la OTAN. 
Visto el actual cuadro europeo, regido por la avaricia y la corrupción, y el pútrido aroma que dimana el mismo, convendría revisar protocolos de organismos y tratados previamente acreditados que sólo sirven a esta falsa UE, de amos y vasallos. 
No voy a defender a Podemos, que se abstiene parcialmente, mientras acoge en sus filas a un "democrático" general atlantista. Ellos han olvidado a los preferentistas, que van muriendo sin respirar justicia, los que duermen en la calle o bajo los puentes con su familia y comen de la caridad, mientras sus hijos se desnutren sin ir a la escuela, mientras tantos jóvenes, viendo negro el futuro, emigran sin cesar. 
Los políticos españoles, casi en su totalidad, representan a una capa social parasitaria, que quiere salvarse de la quema que otros sectores padecen, para vivir cortando el bacalao.
El reino de las apariencias que instrumenta esta sociedad, desmemoriada y conservadora, lo autoriza. Sus integrantes son el producto de una antigua tragedia que se perpetúa, sumando otras nuevas, feroces y voraces.

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