Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

lunes, 9 de noviembre de 2015

UN MERO CONFLICTO BURGUÉS Y TERRITORIAL




El llamado conflicto catalán, resume la incompetencia del PP y el PSOE para negociar un nuevo estatus comunitario con independentistas y soberanistas, triunfantes electorales con mayoría parlamentaria indiscutible. Subterráneamente, el choque fundamental, de carácter político, se produce entre la burguesía catalana, representada por CiU y también ERC, con la española, en manos hoy de la extrema derecha. Al conflicto, se suma la fuerte erosión del partido hegemónico, comandado por el clan Pujol y su sirviente Artur Mas. Este núcleo, en riesgo judicial, pretende salvarse mediante el nuevo Estado en ciernes. De ahí la batalla de Mas por perpetuarse al frente de la Generalitat. La CUP cuestiona esta pretensión desde posiciones izquierdistas contra lo perpetrado por la Generalitat pujolista, pródiga en recortes y destrozos sociales, aunque poniendo el hombro a un plan independentista, que cuenta con mayoría para adoptar cualquier decisión territorial. El PP, PSOE y los falangistas de Ciudadanos tachan este intento de ilegal, violador de la ley y antidemocrático, cuando Zapatero y Rajoy violaron la Ley Fundamental, atando el país al pago obligado de la Deuda Soberana sin consulta previa a los ciudadanos. Eso, sin contar con las violaciones democráticas y sociales, perpetradas en los últimos cinco años con toda desvergüenza. Lo que en realidad defienden estos partidos es el régimen monárquico impuesto en el 78, con toda su torticera desmemoria y enorme corrupción. Es veraz que el pujolismo bonapartista y la inmersión lingüística han formado generaciones catalanistas refractarias hacia el Estado Español, basándose, eso sí, en lo que con la sociedad catalana perpetró bestialmente el régimen franquista durante cuatro décadas. En tal sentido, el control de los medios y las medidas económicas locales, reprodujeron en Catalunya lo que se hizo todos estos años en España, incluida la estrategia de reparto de roles con los gobiernos socialistas y los del PP. Estas maniobras, destinadas a dividir a españoles y catalanes para manejarlos mejor, ha dado sus frutos gracias a la crisis económica, la corrupción global en el Estado y la torpeza fascista del PP. La defensa de la soberanía es falsa. Tanto en Catalunya como en el resto de las comunidades, la sociedad española está profundamente erosionada, y dividida entre pocos ricos y muchos pobres. De hecho, es un país intervenido por la UE y agobiado por deudas impagables, muy superiores a las de Grecia debido a su tamaño y desarrollo. Rasgarse las vestiduras con el tema de la soberanía, es un drama exclusivamente político y burgués, propio del atraso español. En Gran Bretaña y Canadá se celebraron referendos con toda normalidad. A los tres millones de pobres y precarizados, a los parados, desahuciados y estafados por el escandaloso timo de las Preferentes, no les cuela este dudoso patriotismo. El otro problema para los catalanes, atacados por la oligarquía del PP-PSOE y la de Ciudadanos, radica en desprenderse de su corte de políticos al uso, empezando por CiU y ERC. Ello no será posible, por ahora. Y mucho menos el referéndum, necesario al completo, a lo largo y ancho de esta nación de naciones, hoy servidora fiel del Cuarto Reich. Nadie menciona esto último. Si hoy la secesión se produjese, los catalanes seguirían tan atados como antes al paneuropeísmo y la dependencia.

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