Las informaciones cantan una partitura de fúnebre pronóstico. Los responsables de la masacre parisina son de origen europeo. El reclutamiento funciona entre nosotros en esta Europa corrupta, del comercio y el saqueo a espuertas. De manera que no sólo el abono de dicha guerra no convencional funciona desde Siria, Iraq, Arabia Saudí o Afganistán.
El territorio europeo no es ya un referente moral civilizado y progresista.Esta razón es poderoso alimento de la Yihad y cualquier banda de asesinos y aventureros. En España, hemos sufrido en el pasado reciente un atentado peor que el de París. Me pregunto qué pasará con los niños que, en esta época nefasta asisten al desalojo violento de sus padres de sus viviendas, o sufriendo el paro sin fin, comiendo y durmiendo en la precariedad-una forma de supervivencia para cientos de miles de familias- mientras el Estado fascista prohija y ampara esos sucesos. La miseria y la dejación son el caldo de cultivo de muchos males, entre ellos, los nuevos liderazgos terroristas. Éstos y los que vendrán. El dolor y la frustración siempre encuentran el vehículo sangriento, religioso o no, para manifestarse en forma brutal. El crecimiento abrumador de la pobreza española deja al país inerte ante la adversidad. Francia, es cierto, no para de bombardear Siria e Iraq desde hace un año. El color de la represalia tiñe de sangre la presente acción bestial de la venganza. Pero existen otras formas de bombardeo: la social es cada vez más intensa en el el sur continental. La última no parece importar al Directorio de la UE y Hollande, aunque a mediano plazo sea la más importante fuente de desgracias, por sus vastos ecos desmoralizantes, algo que no soluciona ninguna medida represiva o militar, que reduzca aún más nuestra maltrecha democracia.
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