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martes, 25 de agosto de 2015

LA DERROTA EN GRECIA, SUS RESPONSABLES Y LAS CONSECUENCIAS PRÓXIMAS EN ESPAÑA.



A poco de andar, "Podemos" ya daba muestras del patronazgo burgés de su fulgurante irrupción en el panorama político local. Era una forma de atajar las protestas callejeras, incesantes mareas sectoriales, y nuevas formas de evolución política tras las alarmas provocadas desde el 15 M en adelante. El resultado final de la veloz mutación en los discursos y propuestas, de Iglesias y sus secuaces fue, por la margen derecha, la irrupción de "Ciudadanos", tácita colateral del PP, mientras desde la izquierda, los otros consolidaban un nuevo aparato clientelar no muy diferente, en sus propuestas, de la envejecida Izquierda Unida, a quien ellos llamaban "Izquierda Testimonial", por sus contumaces ancladuras parlamentarias, de fondo estalinista y pro PSOE. Los pactos posteriores en las últimas elecciones parciales, han sellado identidades de este tipo, más allá de cantos a la regeneración generacional y política del país. La cruda realidad señala que los hijos del bipartidismo PP/PSOE siguen dependiendo de sus modelos de extrema derecha y centro neoliberal. La sujeción al paneuropeísmo, la fiscalidad merkeliana, y que el estalinismo financiero pueda continuar en boga, sin que el viraje a la caridad reformista de gobiernos locales como los de Ada Colau, Manuela Carmena y el combativo "Kichi" (marido de Rodriguez), cambien el punto de mira en la enclenque izquierda española. Hay, sin embargo, serios amagos de descontento."Podemos", que nació como un sentimiento, y al consolidarse como aparato, perdió en pocos meses casi veinte puntos en estimación de voto revelándoles con bajo suelo electoral, y con disidentes por su izquierda más combativa desvela este cuadro. Lo insinúa la crítica de Teresa Rodriguez, amenazando con abandonar la partida de caza, aventando "temblores de piernas", así como otros militantes desencantados con Iglesias, Errejón y Bescansa, la troika del nuevo y ya envejecido partido. El mensaje vigente hoy es el tan hipócrita del aldeano Tsipras: "Pese a todo, somos mejores que la derecha". Su convocatoria a nuevas elecciones será un nuevo test para los militantes sociales europeos. Probablemente, pese a haber desobedecido el mandato popular del referendo, las gane sin mucho entusiasmo ni garantías de paz social para la burguesía griega.

Más veraz comporta la estimación sobre la derrota de la izquierda europea actual a manos de su mejor mercachifle: el presidente griego y su vergonzosa capitulación. 
Empero, la misma llama a escisiones de importancia dentro (ya efectuada, mediante la escisión partidaria y la disidencia de Varoufakis) y fuera del país Heleno. La furia social que desata la crisis continental y su presente deriva de miseria, dolor y retorno al siglo XIX, no podrá ser contenida a largo plazo, reavivando núcleos rebeldes en un territorio como el de España, con más de catorce millones de parados, pobres que viven para trabajar horas semanales a cambio de monedas, o no reciben otra prestación que la caridad y los contenedores, viéndose forzados a vivir al aire libre o sin gas ni luz. Y los primeros síntomas de que algo está cambiando ya empiezan a manifestarse en España. También desde los votos en blanco que las generales aguardan.
Sin quererlo, la vergonzosa capitulación de Syriza y su ala derecha ante sus amos de Bruselas y Berlín aceleró los tiempos, junto a sus ritmos, acortando los márgenes de la etapa reformista, al redefinir paulatinamente el previo acuerdo entre las direcciones de izquierda actuales, aquellos más audaces, sus militantes y bases.


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