Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

sábado, 8 de agosto de 2015

EL CORREDOR DE LA MUERTE

Los nazis transportaban judíos hacia los campos de la muerte en estos vagones. En España se muere al aire libre.Las listas de espera y otros procedimientos criminales lo garantizan.


Las listas de espera en atención a pacientes con graves enfermedades ya se han cobrado en España más de cien mil muertos.Para este gobierno, al que hace tiempo vengo caracterizando como genocida, la vida de los ciudadanos enfermos que no puedan pagarse atención médica de calidad, no vale nada. O sí, porque de hecho, les valen muertos, no solo por restar cifras al paro, ni tener que pagarles una pensión tercermundista, o engrosar las incordiantes filas de los estafados por las Preferentes. Son auténticos blancos a batir sin escopetas, pistolas o bombas, en el mayor de los silencios. Todo ese horror se desvanece ante la indiferencia social, en el corredor de la muerte, nutrido de constantes candidatos a desaparecer del planeta Tierra. Para la oligarquía local, su IVEX 35 y representantes políticos, los cadáveres, fríos o tibios aún, que yacen sepultados o en cenizas, tampoco protestan ni se rebelan contra el despotismo. Dejar de existir, valida de paso la permanencia de sus impunes asesinos en el poder. A sus familias les toca llorar y despotricar en medio de cruel dejación de quienes debieran rebelarse y no lo hacen. Este es el drama actual de un país cuya entraña rebela un malicioso apego a las falsas formas constitucionales que amparan el genocidio, sin importarle un pimiento el fondo. El señor Rajoy y sus heraldos de la muerte, esparcidos aún en apartados congresuales de mayoría absolutista, gobernaciones y alcaldías, finalizan esta legislatura de pesadilla sin un Nüremberg por dicha razón, anegados de saqueos y corrupción como jamás se vio en los últimos treinta y ocho años. 

Arruinar una nación quebrando su espinazo social se hace así. El modelo implica muchas otras muertes, por hambre, miseria, tragedias inenarrables, desesperación o asco, que exceden el citado corredor, permaneciendo sin contabilizar. Perder la vivienda, o no ganar lo suficiente para la alimentación de la familia y sus miembros más débiles -niños y ancianos-, lesiona los órganos vitales de los seres humanos. 
Ya no se trata, como antes se decía, de procurarse mayor calidad de vida, sino de apenas conservarla. De ese otro cementerio, suicidios incluidos, no se estimaron cifras concretas, pero a no dudarlo, recibe nuevas piezas constantes. 
Son las libras de carne que se cobran los nuevos Shylocks, avariciosos a punto de crimen. 
Quienes en un futuro no muy lejano escriban sobre la "Era Rajoy" y su modelo global, avergonzarán a muchos españoles, si aún la vergüenza fuese un valor sostenible en los descendientes de una sociedad semejante. De momento, el suma y sigue del Corredor de la Muerte continúa parangonándose a los campos de exterminio nazi, las fosas estalinianas, o los exterminios masivos en China y Corea del Norte. Quien crea otra cosa que duerma en paz, con la conciencia bien enterrada. No es preciso que hoy las contabilicemos. En este país, tan explícito, basta con leer los periódicos y consultar los escasos programas independientes, para saber qué vivos están humanamente muertos

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