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martes, 4 de agosto de 2015

EL CÓDIGO INVISIBLE (DETECTIVE EN HOLLYWOOD 4)



   En principio, había pensado en plasmar una trilogía, pero la fuerza del personaje y lo convulso de la época que transita me llevaron a escribir esta cuarta entrega. Un puzzle que se va articulando en base a sagacidad, voluntad de cambio y ansia de justicia, algunas casualidades y muchas coincidencias. Todas juntas comportan “el código invisible” que las gobierna. Desenvuelto aquí en clave dramática, a medida que se desarrolla la acción, hasta cerrar el relato, sin que ningún cabo quede suelto.

Una penosa desgracia personal de mi protagonista, en perpetua lucha contra el destino, abre el nuevo texto. A ella se suma la del secuestro de un joven músico y la actividad de conspiradores nazis locales, mientras un marco internacional agrega, en paralelo, nuevos elementos trágicos en Europa, a mediados de 1941.
En los anteriores casos abordados por el héroe no faltaban pesquisas y acciones contra sujetos criminales pertenecientes al fascismo, el racismo y el comunismo soviético. En la nueva novela, se remiten a los nazis autóctonos y a un terrible asesino, único en su género, envuelto en el misterio y responsable de su reciente desgracia.
Destaca en la historia la continuidad de un elemento inédito en otros investigadores privados de la serie negra: la superación personal. Puede decirse que vive varias vidas. Si bien, ya desde El Sueño de Babilonia, Floyd Sinclair comenzaba a sincerarse con su pasado, en Las Puertas del Infierno y El Caso Nikolsky le vimos madurar constantemente. La edad y la experiencia le alejan de su imagen inicial –según los códigos del género algo cínica y fruto de elementos no resueltos del ayer–, llevándolo a la reflexión permanente y el encuentro obstinado del amor y la amistad, como forma práctica de remontar sus tragedias y contratiempos.
En El Código Invisible se ahonda el sendero, venciendo con tesón a sus enemigos y muchos imprevistos, que van surgiendo a cada paso. Tal enfoque le distancia sustancialmente del brillante reparto de héroes noir, sin desmerecerlos, reformulando, a la vez, las tradiciones del género, al vincularlo, como es tradicional en mi narrativa, a la reflexión, el coraje, la evolución de un carácter y los trompicones de la sociedad americana. Una democracia imperfecta.
En Hammett, Chandler y Ross Mcdonald, sus héroes salen más o menos tal cual entraron. En la serie Detective En Hollywood, su principal actor y algunos de sus amigos suman importantes elementos de cambio. Ésta es la diferencia.


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