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jueves, 1 de mayo de 2014

LA ENCERRONA

  Una encerrona en cada voto al Parlamento Europeo

El 25 de mayo se descuelga el envite electoral para elegir diputados al Parlamento de esta Europa. Sentimos en las carnes y en el alma lo que significa hoy ser europeos, obedientes y sumisos al dictado de quienes montaron esta farsa comunitaria, carente de unión fiscal y sujeta a una moneda menos común de lo que se jactan algunos. Bruselas, sede del Parlamento aludido, es una cueva de lobistas y ventajeros hegemonizada por la rerecha continental y sus formaciones. El instrumento de las grandes empresas y los operadores financieros, bendecido por el FMI, el Banco Mundial y las prominentes fortunas. Comporta un doble cerrojo funcionarial, destinado a ejecutar los planes genocidas, sobre todo de Alemania, aunque también de Francia, sus dos potencias acreedoras, sobre deudores sureños cada vez más empobrecidos y devastados. En ese concierto, el Banco Central Europeo y los territorios vasallos sólo reciben órdenes. Lo peor de todo es que, sus gobiernos y los cómplices de turno las cumplen o facilitan.
En España, de derecha a izquierda el cuadro político actual frente a la farsa aludida no puede ser más penoso. Todos la aceptan. Los primeros, en procura de afirmar el modelo desde el tinglado, privilegiando a gentes como Cañete, Valenciano o Nart y etc, por los servicios prestados y a prestar. Los segundos, parten de la aceptación de las reglas de juego, favoreciendo la estúpida ilusión-más canallesca que ilusoria-de modificarlo desde aquella tribuna de naipes marcados.
No podía esperarse otra cosa de Izquierda Unida, los plurales, Podemos o el egocéntrico juez Silva. Tal es un penoso estado de postración, que no sólo afecta a la izquierda española, sino a la griega, portuguesa, italiana, etc. Lo mejor que puede hacerse es no convalidar ese instrumento de dominación, rechazando votar.
Esta falsa Unión Europea debe ser destruída. Ya, sé, me dirán desde la izquierda que coincido con la extrema derecha antiunionista, de los Le Pen & cia. Pues no. Para forjar una verdadera fusión, es preciso un vasto programa social desde cada uno de los países agredidos, por medidas que no corresponden a la voluntad de sus ciudadanos de a pie; hoy víctimas de la estafa política de los viejos partidos del ayer. El retorno a la nación y su defensa numantina pasa por el enfrentamiento a estos planes devastadores que destruyen, desde dentro, los grados de civilización y cierto bienestar, antes alcanzados por nuestras sociedades. Los parlamentarios electos de la izquierda van a corromperse en Bruselas, partiendo de sueldos estratosféricos y prebendas discrecionales. O al menos, no serán operativos. Cito el caso del canario Juan Francisco López Aguilar, del PSOE. Es uno de ellos. Le escuchas, y su lenguaje crítico te sorprende. Pues bien, desde allí no hizo ni consiguió nada. El ejemplo operante lo marca Joaquín Almunia, ex ministro de González, luego candidato socialista a a la presidencia, derrotado por Aznar, y hasta hace poco Comisario al que nadie eligió. Este individuo fue coptado de la cabeza a los pies por el aparato en Bruselas. Economista de profesión, se ha vuelto liberal de los que le gustan a Merkel.
Quienes sostienen que desde la boca del lobo saldrán rosas mienten como bellacos. Es pedirle peras al olmo, porque no solamente la derecha neoliberal manda en ese lodazal. Ella misma lo pergeñó, con tiempo y mediante una estrategia que desarrolla implacablemente. Bien que lo sabemos sus víctimas.
Por último. Destruír el tinglado no significa que no aspiremos a una auténtica unión de los europeos. Pero será sobre otros principios. No los de la rapiña que los más poderosos ejercitan con los territorios menos avanzados. La actual es una Europa alemana e imperial; no plurinacional. Constituye un modelo de saqueo vandálico sujeto al chantaje. "Imítennos, somos el éxito del siglo XXI", dicen Merkel y sus laderos. Viene a esgrimir la zanahoria delante del burro, porque cada día somos más pobres y se nos deteriora, exilia o muere gente a raudales, a base de "imitarlos", reduciendo compulsivamente la martingala del déficit. Es una mera transferencia de recursos con altos intereses, disfrazada de disciplina fiscal.
Quien vaya a votar el 25, convalidará, en una forma u otra ese modelo. Por esa razón, y no otra, los analistas señalan una probable abstención monumental. La mía entre ella, y muy consciente porque, pese a residir en Brasil, no iré al consulado con el papel de mi credulidad aceptando la encerrona.

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