Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

viernes, 9 de mayo de 2014

CUANDO NO HAYA NADA QUE CONSERVAR

 El que acuda a estas urnas se arrimará un poco más a las funerarias.

Visiono las imágenes de la campaña del PSOE, con la candidata Valenciano y otros mindundis, arropados por Rubalcaba y viejos dinosaurios como Felipe González, cada día más vetusto en su corrupción, el imbancable Zapatero, e inda mais. No importa que vayan detrás o delante del PP en los sufragios de esta farsa, protagonizada por aprovechados del continente para servir a los amos imperiales. Luego, pienso en lo lejos que estamos de resolver en positivo los hondos males que nos aquejan. Estas papeletas ungirán nuevos privilegiados, ya mimados por sus dos grandes formaciones a base de negocietes y negociones. El de Arias Cañete es monumental. Del mismo penden sus millones de euros, untados en corruptos caldos envenenados desde la tenebrosa gruta partidaria. Los candidatos socialistas son chorizos menores, aunque igualmente miserables. El pasaje mayoritario del partido en el poder hizo que, por ejemplo, una telefonista sea hoy su candidata líder, tras lustrar los botines del ex fondista Rubalcaba. Bien casada y paga, Valenciano es colegui emocional de la poco recomendable Cristina Cifuentes, y otros demócratas de vuelo gallináceo. El resto de los partidos derechistas restará votos al PP y al PSOE, colocando sus soldados de fortuna en Bruselas. En cuanto a la izquierda española: muy bien, gracias. Ellos, tras el éxit del franquismo más correoso, fueron adoctrinados para triunfar modestamente en los parlamentos que se tercie. De forma tal que a este otro, tan suculento en materia de dietas y tranzas lobistas, le han echado el ojo. Desde el susodicho habitáculo proseguirán su discurso de comparsas en la disidencia "democrática". Es el rol que les tocó desempeñar desde 1978 en España, y al mismo se atienen representando su ala política izquierda. La de los que comen las sobras del pastel después de cada banquete cuatrienial.
Hay caminos predestinados de antemano. La Unión Europea evitó en este conflictivo territorio nuevas guerras intestinas, es verdad, al precio de desarrollar otras menos estridentes; aunque igual de letales contra los ciudadanos de a pie, o los hasta hace poco motorizados por una etapa de falsa concordia social y pobres contenidos culturales.
Desde el estallido de la crisis, muchos perdieron el coche, la casa y un trabajo. El turno fatal de la salud ya se deja ver y sentir, junto al de la educación y otros beneficios que, pareciendo eternos eran más bien temporales. Ahora todos, derecha e izquierdas, pretenden hacernos creer que el Parlamento Europeo no es una jaula de grillos, obedientes a la batuta del capital financiero internacional, el IV Reich, el FMI y otras maquinaciones expoliadoras.
Pertenezco a la casta de los descreídos que no se abstienen jamás. La palabra, aunque muchos no lo crean, cuenta. Será a la larga, y probablemente no llegue a verlo, pero también talla. Es mucho, muchísimo lo que habrá de cambiar para que llegue ese instante. La revoluciones sociales reflejan un drástico cambio de mentalidad y sentimiento en las grandes mayorías. Empero, la Historia demuestra que son tan necesarias como inevitables; aunque a la naturaleza humana, que es conservadora por instinto, le cueste tanto realizarlas. A menos que no haya nada que conservar...

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