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domingo, 4 de mayo de 2014

EL PANEUROPEÍSMO: EXPLOTACIÓN, DOLOR, ENFERMEDAD Y MUERTE


 


Las encuestas de voto acreditadas por "El Mundo" otorgan 4 puntos de ventaja al PP sobre el PSOE, estableciendo la pérdida de muchos a ambas formaciones. No es de fiar el periódico. Tampoco una sociedad incapaz de resolver la alternativa pródiga ante tanta podredumbre. Los males del pasado lastran el presente, nunca mejor dicho, por más que debamos lamentarlo. No es un mal exclusivo de España. El área continental sureña lo padece; si bien las huellas tan singularmente aberrantes del franquismo nos pertenezcan por entero, diferenciando los ingredientes de nuestro menú envenenado, de los otros...
La democracia griega, por ejemplo, se arrima a nuestra suerte por herencia. Fue tierra ocupada por los nazis, e intervención posterior de Gran Bretaña decapitando la guerrilla comunista del general Markos, con aquiesencia de Stalin. Era una época de reparto esférico de influencias por parte de los aliados, y a los griegos les tocó la restaurada monarquía, seguida de una temulenta democracia, suprimida por el régimen de los coroneles, y vuelta a restaurar ante el fracaso militar, devenida en República. Lo de Portugal presupuso una revolución militar de izquierdas, relevando al salazarismo y su sucesores. Ya sabemos lo izquierdistas que son los militares, que eran coloniales, dicho sea de paso. Los famosos claveles brotando de las bocas de fusiles desembocaron en la democracia que duró algunas décadas, trocándose en algo muy semejante al equívoco español. Italia fue la víctima propiciatoria de los buenos negocios entre la mafia del sur, socia de los políticos y empresarios del norte, bendecidos por la curia, Washington y Moscú. Sin esa maligna alianza, en la que intervinieron tropas norteamericanas, no se explicaría la existencia de Berlusconi, abonada por la nostangia de Mussolini en vastos sectores.
Irlanda, Estado más o menos reciente emergiendo tras décadas de guerra civil, continúa satelizada por Gran Bretaña y el liberalismo de la UE. Las huellas más terribles del stalinismo despolitizando sociedades, se dejan ver en el Este europeo. Son dramáticas en el presente, tras décadas de opresión y silencio total.
En Francia, el asentamiento del ideograma de la derecha echa hondas raíces. Conforman junto a Alemania, las dos grandes potencias europeas, fieles a sus grandes bancos y empresas. Hollande siguió la antigua ruta de Mitterrand, sirviendo a esos poderes tras los roces iniciales con Merkel. Al igual que Obama en los EEUU, no tiene más remedio. Comandar un imperio moderno conlleva responsabilidades.
Mariano Rajoy y su infame gobierno son el resultado de la profunda debilidad estructural de España, rendida ante las principales potencias y su trampa actual: la Unión Europea de los grandes monopolios, las finanzas y un privilegio minoritariamente enriquecedor, del que somos tributarios los pobres. El PSOE persigue esa alianza maldita sin ofrecer alternativas. Ellos abrieron la puertas de par en par a la extrema derecha española y europea. Que aún cosechen sufragios, por más menguantes que sean, prueba una vez más que las viejas formulas se actualizan bajo falsos símbolos de unidad continental y progreso a la larga. Nada indica que vaya a ser así. Nos aguandan nuevos sufrimientos, desgarros sociales y probablemente guerras, que ningún falso vínculo paneuropeísta podrá evitar. Entre tanto, continuamos siendo víctimas propiciatorias de la explotación, el dolor, la enfermedad y la muerte. El verdadero programa electoral es ese, no otro.

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