Javier Cercas es otro Savater (filósofo de
tontos) para los argentinos. Así lo reflejan los bombos y platillos que
rodean su desembarco en la Feria del Libro. Ellos y otras plumas
aguadas son parte de un negocio editorial de exportación, y
poco más. A falta de grandes escritores, su élite ilustrada -caricatura
de la que fue- se empeña en valorizar las mediocridades untuosas de
este país europeo; hoy quebrado, y desnudando sus miserias en llaga viva
para quien las quiera, pueda y sepa ver.
Durante mis siete viajes a
Buenos Aires, entre el ´99 y el 2007, me encontré con otro paisaje
sociaL y apenas familiar en unos pocos apartados, al que acogió mi
infancia y juventud. La huella dictatorial asesinando talentos, seguida
del fracaso alfonsinista y el postrador menemismo, oscurecieron las
artes; en especial las conectadas a la opinión y la narrativa, o el
ensayo. No voy a reiterar el testimino que viví en mis carnes, pues ya
lo hice en mi blog tiempo atrás. Sólo apunto que, gentes como Ernesto
Schoo y Osvaldo Bayer (hoy entre nosotros) se irán sin descendientes.
Pervivirán sin duda, porque los cásicos que exploran el alma humana no
mueren jamás. Días atrás señalaba en mi muro Facebook, que, un libro o
texto era útil, si de él se aprendiera a vivir; o al menos fuera
divertido. No es el caso de Cercas, y tantos en las dos orillas del río y
el mar, comprando el pasaporte al olvido. O el pálido recordatorio que
signa el paso temporal en la literatura de Terenci Moix, Vázquez
Moltalbán y Ricardo Piglia. Entre muchos otros, claro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario