Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

sábado, 13 de abril de 2013

LA CULTURA EN EL DESVÁN


La incapacidad de leer más de cinco renglones va ganando a la mayoría de mis compatriotas. Un fenómeno parecido desarrolla la sociedad argentina. El país en el que residí por más de treinta años no es el que abandoné en 1982. Pude comprobarlo durante siete aterrizajes en Buenos Aires, entre 1999 y el 2007. Por contra, España no ha ampliado sus hábitos lectores desde entonces.Más bien los ha reducido espectacularmente. La tragedia actual que vivimos no se entiende, únicamente, desde una perspectiva económica, local y europea. La cultura es en la actualidad y, por desgracia, un bien escaso y lo que es peor, secundario o terciario en la escala de premuras culturales. Es la imagen, no las letras el contenido dominante del consumo público. Aunque incluso haga falta cultivarse para apreciar el grado de calidad de cualquier imagen. El desarrollo occidental en los últimos treinta años se basó en el consumismo, y la excelencia del confort que brindan los medios materiales; en especial el dinero.
El fenómeno de la sequía cultural, seamos justos, tampoco es exclusivo hoy de España o Argentina. Vas a Italia, o Francia incluso, y observas el mismo fenómeno. Si repasas los anaqueles de cualquier librería y los topes de venta, o los autores premiados, locales y extranjeros, caes en la cuenta de un penoso hecho: la gente no lee. Es imposible hacerlo desde una perspectiva crítica en la mayoría de los casos. Autores y lectores comparten por igual la flojedad de ideas y mensajes, sin vuelta de hoja. 


En la desindustrializada España, el drama es acuciante. No hay seis millones de parados porque sí. La burbuja inmobiliaria alejó a muchos jóvenes de los institutos secundarios y las universidades. La mayoría hoy no encuentra empleo. Es una generación perdida;  y aunque una porción cada vez mayor de jóvenes emigre, esa ventaja no redundará en una mejora cultural y productiva para el país.
Lejos de ser una tara exclusiva en la derecha política y social que hoy desgobierna el territorio, la izquierda presenta caracteres equivalentes de indigencia cultural y falta de perspectivas. La diferencia es que al menos informa, aunque sin conceptualizar. Lo demás,  son pancartas o exhortos que, es cierto, impulsan la protesta social rebelde, aunque no cristalicen los movimientos en un nuevo Frente Social. Por ello, la calidad literaria y conceptual de transmitir ideas sociales prácticas de aglutinamiento político, es tan baja, como la envergadura de reflexión tocando el hueso.

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