Mariano
Rajoy Brey, de profesión registrador de la propiedad, y Presidente de las rebajas, es un avaro. Todo
en él lo señala. Desde su traza monacal, envuelta en trajes oscuros,
hasta los sentimientos retorcidos que exhibe, sea en persona o
incrustado en el plasma. De ahí que coincida con la monjita Merkel; otra
del club, cumpliendo a rajataba sus órdenes. Coincide con ellas
visceralmente, y no por mera tradición política. Se
lo pide ante todo un cuerpo sin alma. La retracción emocional es propia
de la cruel ideología que ambos exhiben. Una como momentánea ganadora,
el otro, definitivo perdedor.
Me dice mi mujer: "Su existencia es
fantasmal. Desde el plasma, es sólo una imagen que bate los brazos y
lanza frases resonantes y vacías, que no sirven siquiera a sus
partidarios".
De momento, aún registra a España como propiedad del Reich.
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