Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

sábado, 30 de agosto de 2008

LA EQUIDAD JURÍDICA

Me pregunto si existe en España.

Nuestra democracia no es la más avanzada del planeta. En la UE figuramos como potencia continental, sin que se precise la densidad real de nuestro Estado de derecho.

A tenor del abismo que separa la cárcel sin fin de Amadeu Casellas y la escandalosa libertad de Emilio Rodríguez Menéndez -fruto de la sospechosa decisión de un juez otorgándole un permiso de cuatro jornadas, basado en sus "lazos familiares"-, los términos jurídicos de nuestra democracia lucen harapientos y peligrosamente lindantes con el caos.

De momento sabemos que Amadeu es un preso pobre (no un pobre preso) al que ningunean de continuo, y el fugado mediático, convicto y condenado, un ganster con bienes materiales oficialmente desconocidos, aunque a tenor del caso, presumibles.

Son los que le permitieron obtener un pasaporte el primer día de su "permiso", facilitando esta rocambolesca fuga; con antecedentes que acreditan otras de narcotraficantes y mafiosos de toda laya en nuestro territorio.

Una abrumadora realidad preside estos procedimientos, cruciales y tan calamitosos para la judicatura.

La más destacable radica en la pobreza de 10 millones de ciudadanos; en los niveles de paro, superiores a los de Portugal y Grecia -diáfanos referentes del rezago económico español- y en las misérrimas pensiones que cobran nuestros jubilados: los que reedificaron España tras la espantosa Guerra Civil y una posguerra sufrida bajo la bota de Franco y sus secuaces.

Si nada de esto fue corregido en la aparente época de vacas gordas, ¿qué es de esperar en ésta, la tan genuina de vacas famélicas?

La desigualdad y la miseria de muchos contrastan con la sed de dinero que reiteran sin medida unos pocos. La cocina del infierno y su vasta corrupción de los estamentos oficiales opera en la injusticia social.

El verdadero pasaporte de Emilio Rodríguez Menéndez radica en este monopolio del futuro para determinar la buena o mala estrella de los que transgredieron la legalidad.

La corrupción que favoreció el escape del crápula redomado navega en estos neblinosos cielos. La crueldad y ensañamiento con Amadeu surca tales horizontes. Rodríguez Menéndez apuesta a que le olviden fugándose. Casellas languidece prisionero, porque le han olvidado en las mazmorras de esta democracia.

La vara para medir delitos en España parece basarse menos en su magnitud que en los torcidos beneficios que pueda devengar a los grandes delincuentes y sus vastas redes operativas.

Todas, creo, desembocan en los paraísos fiscales que ampara con gélida unción Bruselas; madre del secreto bancario sancionado por la UE.

En el teórico ajuste a las leyes, no cuentan entre nosotros los beneficios de su aplicación, más allá de lo que suponen las penas y la redención del penado.

Aquí no hay medida entre la pena, su cumplimiento y la redención. De ahí que cojeen todas y cada una.

Lo peor del caso radica en el mal ejemplo que brindamos a nuestra juventud; integrada por futuros líderes que gobernarán nuestra vejez.

Después, señores, os quejáis de su actual descreimiento, y que sus claustrofóbicos grafitis, claramente aislacionistas, y por lo tanto descreídos, embadurnen malamente las paredes de cualquier villa o gran ciudad.

Representan un ¡Aquí estoy! y otro ¡Qué te jodan!

Vienen a ser las respuestas que supimos conseguir, todo lo empíricas que se quiera, ante nuestra falta de equidad jurídica; la que niega la aparente igualdad ante la ley, escaneando a fondo la verdadera naturaleza de nuestra democracia.






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